Evitar la lenta agonía

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Mario Draghi en un evento sobre innovación y competitividad, en Bérgamo el 19 de septiembre.

Elinforme Draghi nos ha llegado en un contexto que no le es lo más favorable. Estaba pensado para una legislatura europea con mayor peso en el centro (Macron). Pero, aun así, será influyente. Goza de la credibilidad de Draghi, de ser riguroso y de estar admirablemente trabajado. Cierto, es masivo y denso. Pero quien quiera sólo captar la esencia de los argumentos que se limite a un prefacio de cinco páginas donde ninguna palabra está sobrante. Quien quiera un resumen ejecutivo que vaya a las 65 páginas de la Parte A. Y quien quiera sumergirse en los fundamentos, muy sólidos, de las 178 propuestas concretas que vaya a la Parte B, de 327 páginas.

Draghi se pregunta dónde vamos si colectivamente seguimos el camino de la rutina y del mínimo esfuerzo. Ha sido habitual describir el escenario de la inacción como el de la dulce decadencia. Él, en cambio, le califica como el de la lenta agonía, y el del camino a la irrelevancia entre EEUU y China. A mí, la evidencia –el cúmulo de insatisfacciones que están llevando al crecimiento de la extrema derecha– me hace pensar que Draghi acierta: no habrá dulzura en nuestra decadencia.

Al inicio del informe, Draghi hace suyas las conclusiones del también reciente informe Letta sobre el futuro del mercado común. A continuación nos ofrece todo un programa para propiciar una Europa en la que el crecimiento (verde) de la productividad permita mantener, al mismo tiempo, el modelo social europeo y su independencia. El programa se compone de medidas organizadas en dos grandes tipologías: sectorial y horizontal. La segunda estaría presente en el repertorio genérico de cualquier política industrial. La primera Draghi la justifica en buena parte por la necesidad de preparar a Europa para afrontar situaciones nuevas de estrés geoestratégico. Draghi, dejémoslo claro, está muy lejos de preconizar un proteccionismo tradicional. De hecho, piensa que salvo en algunos sectores clave, no debemos inquietarnos si alguien en el exterior de Europa quiere subvencionarnos nuestro consumo.

Se singularizan diez sectores: energía, materias primas críticas, digitalización y tecnologías avanzadas, industrias intensivas en energía, tecnologías limpias, automoción, defensa, espacio, farmacéuticas y transporte. Son sectores en los que o bien nos han superado de lejos EE.UU. o China, o donde aún somos fuertes pero hay un peligro real de pérdida de peso y de ser superados. Por cierto, el tratamiento de la supercomputación por parte de la UE se recoge como un buen precedente y se menciona al Mare Nostrum 5. La lista es selectiva. La principal política, en términos presupuestarios, de la UE, la política agraria, está ausente. Defensa es un caso especial. A quien considere que no debería estar le diría: imagínese a Trump presidente de EEUU –puede pasar– y que se entiende con Putin. Es lógico que Trump lo intente: cuando el enemigo principal era la URSS, EEUU hizo las paces con China para alejarla de la URSS. Ahora que el enemigo principal es China podría volver a ocurrir, pero al revés. ¿Qué haríamos en Europa, sin una política y una producción industrial de defensa potente, frente a un Putin triunfante y sin poder contar con EEUU?

Los programas horizontales son cinco: acelerar la innovación, cerrar los déficits de formación, inversión sostenible, actualizar la política de competencia y fortalecer la gobernanza. Ambos últimos serán los más discutidos. En el capítulo de inversión sostenible constan los ya famosos 800.000 millones anuales en los que debería aumentarse la inversión. Es una cifra que, en términos de proporción de PIB, nos pondría al mismo nivel que EE.UU. Es de sentido común que si nuestro referente es EE.UU., no deberíamos invertir menos. Por mucho que se haya dicho, Draghi no reclama que esta inversión sea principalmente pública, como no lo es en EEUU y cómo no podría serlo en Europa. Nuestro problema de fondo es que Europa no recibe suficiente inversión privada. Draghi sugiere políticas de incentivos –consciente de que cuestan dinero– y en algún caso financiación pública (como en las políticas de promoción de la investigación y la innovación, donde se propone doblar el presupuesto del programa Horizon aumentándolo en 100.000) millones). También es consciente de que el retorno de la deuda del Next Generation presionará el presupuesto de la UE si éste no se amplía. Y explora opciones (emisiones comunes de deuda) que lo harían posible.

En definitiva: en mi opinión, si el programa Draghi, o equivalente, se ejecuta al 100%, evitaremos seguro la lenta agonía. Si es el 0%, la lenta agonía es segura. Si la ejecutamos parcialmente: mejor que menos, pero nos ponemos en riesgo.

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