'Expats', una tradición catalana

L'Hospitalet
04/05/2025
Periodista y escritor
2 min

Se despertaron y la ciudad no estaba allí. Muchos barceloneses dicen que les han pisado Barcelona. Que salen a la calle y no reconocen los pisos, las tiendas, o las ratas haciendo running. De vecino tienen una cigala nórdica semicongelada. La mercería de la señora Paquita ahora es un brunch de ensaladas de PVC vendidas como Km 0. El idioma por inhalación de inmersión contaminante es el inglés, el italiano, el dothraki… Cualquiera que no sea el catalán La lengua natural ahora es artificial un sombrero mexicano de la Rambla. expados no son de ahora: son una tradición. Desde el siglo XX en Barcelona los pickpocket son los más famosos del mundo. Los carteristas. Robar carteras. Dejarse robar la cartera. ¿Pero sabéis que hay vida robada más allá de Barcelona? Viaja un poco.

En Hospitalet de Llobregat en 1900 no llegaban a cinco mil personas. Ahora son 280.000. Pregúntales si les ha cambiado algo. También se puede ir a pedir a Esplugues, Cornellà, Badalona, ​​Santa Coloma de Gramenet… Uno no parar. Viaja más allá: Sabadell, Terrassa, Lleida, Girona, Tarragona… Miles deexpados. Sin patria a otra patria. Patria sustituida. Porque antes aquí nadie vivía. Se les puede preguntar en las pocas caras y en los muchos ataúdes.

Encima de la tierra o bajo tierra hay personas que han visto cómo sus masías, casas, huertos, calles, tiendas, cielos, lengua, vida, quedaban letalmente apisonadas para acabar siendo moribundas. Toda esa gente no tiene épica: les han robado. La suya es una historia que les han dicho que no existe. Pispada. Se ve que no es suficientemente importante su vida. Les han negado la existencia. Hurtada. Y ya no les dejan vivir. Muertes. Todo tiene fisonomía de losa de RIP.

El robo de este país es que se ha construido un país de cemento sobre el país real. Cataluña parece un parking con plantas de hormigón y carne humana. Mirad. Can Rigalt en Hospitalet de Llobregat. En la carretera de Collblanc desembocando en Pubilla Cases. Casa única, original, joya del siglo XVIII. Todo era esto: "Las muchas capas de fealdad con que la industria ha recubierto la tierra no han logrado destruir una nobleza natural de esta campiña. Dos o tres masías –Can Rigalt, Torre Nena Casas– recortan al cielo sobre estructuras neoclásicas y hablan de un pretérito señorial, que en vano intentan borrar la humaredas fabriles. Si la tierra se roja, ¿por qué misterio se ennegrece en la boca del camino que conduce a Cavernópolis? La Carretera Negra llaman a esta vía los habitantes de los Refugios de Can Rigalt, que es como se denomina oficialmente esta barriadaCientos de personas viviendo en cuevas. Y ahora Can Rigalt es una masía caída, muerta, y las granjas de personas pasaron de horizontales a verticales. De rascacielos de roca a cemento. Expados de ayer, expados de hoy.

Lo explicaba en 1945 en el reportaje Los trogloditas de la carretera negra Miguel del Puerto. Es un seudónimo. Un nombre falso. Para esconder su identidad. Para proteger a la familia y al pasado. Lo escribía realmente el periodista catalán Andreu Avel·lí Artís (Sempronio). No podía firmar con su nombre ni escribir en catalán. Ahora en el 2025 nosotros tenemos que irnos para escondernos en las cuevas. Que no nos vean, que no nos sientan. Somos los nuevos expados en nuestra casa.

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