Primer baño del año solidario en Barcelona
02/01/2025
3 min

El primero baño del año. Un clásico. Un ritual que tiene que ver con el desafío. Bañarse en cualquier lugar de enero cálido carece de gracia. Ni mérito. De lo que se trata es de hacer algo distinto, aunque se haya convertido en una tradición. Mojarse en invierno. Poner el cuerpo al servicio del frío para activarlo. Activarse para el inicio. Aunque durante el año necesitamos muchos baños de enero. Incluso las que en enero no nos bañamos. Al menos empezar el año con empuje, que después siempre estamos a tiempo de decaer. En agosto a nadie se le ocurre ponerse el abrigo y la bufanda para afrontar el verano con más energía. Lógico. Al cuerpo no le haría el mismo peso. Ni en la cabeza. Y por si no es suficiente con remojarse (con fines solidarios eso sí, que es Navidad, esta época del año que la pobreza choca con la fiesta del consumo y el desperdicio), hay gente que lo hace disfrazada. Siempre me ha parecido extraordinario que alguien dedique tiempo a pensar y encontrar qué se va a poner para divertirse un poco más. Y de paso, divertirnos. Porque aunque pueda parecer una tontería, o incluso aunque lo sea, que alguien se deje de complejos y se atreva a salir del gris por un rato nos libera un poco a todos de los grisores propios. Aunque nunca lo haríamos y que lo critiquemos. Pero de la misma forma que se puede considerar absurdo bañarse para empezar el año, y un poco más bañarse disfrazado, podemos hacer una lista larga de cosas absurdas que hacemos y que pasan mucho más desapercibidas porque la foto que haríamos no es nada atractiva. No pongo ejemplos, que no quiero empezar el año hiriendo sensibilidades, especialmente la mía. Porque las que no hemos tenido la experiencia del primer baño en el mar hemos tenido ya el primer baño de realidad, que pasa por subidas de precio, cortes en Cercanías, atentados, vestidos de señoras para las campanadas y la Iglesia poniendo el grito en el cielo porque si alguien debe llamar al cielo no hay nadie más adecuado.

Del primer baño del 2025 se recordarán especialmente las personas que no volverán a hacerlo nunca más. Una experiencia única, que no significa ni buena ni mala. A veces necesitamos hacer las cosas sólo una vez para saber que no vamos a repetirlas. Quizás empujadas por alguien o quizá sólo por sí mismas, estas personas se habrán quitado una espina de encima, una de esas que llenan las listas de propósitos de los años nuevos y de la vida. Estas listas van desde bañarse el primero de enero hasta aprender a tocar el piano, pasando por escuchar más y hablar menos o no dejar que la burocracia nos estropee la vida. Hay una cantidad notable de deseos que también parecen haberse bañado en aguas frías y haber quedado congelados durante muchos años seguidos. Otros han encontrado el calor para deshacerse y hacerse realidad. A cada año que comienza le pedimos muchas cosas, como si dependieran del año. Pero es casi inevitable no hacerlo. Si no ponemos expectativas, ponemos resignación, y si no ponemos ilusión, ponemos aburrimiento.

El primer baño del año desafiando el frío no es el primer paso de nada ni es más excitante que haberse quedado en casa mirando el frío por la ventana. El primer baño es el privilegio de poder elegir cómo queremos empezar y cómo queremos vivir los años. Y es un beneficio tan grande que nos parece mentira que no pueda disfrutarlo todo el mundo. Yo no creo que busque nunca el mar para bañarme en enero. Pero quisiera poder seguir eligiendo y viendo cómo la gente se disfraza para divertirse aunque pueda parecerme ridículo. Que me lo parece.

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