Ha llegado el mes de julio y, como cada año en mi columna de Correpins i Boticlastes, palabras misteriosas y neologismos secretos que algún día desvelaré, voy a dedicar los meses estivales de julio y agosto a dejar descansar la economía y la empresa, y a escribir sobre cuestiones diversas de la vida. Soy economista, pero la conducta humana, la comprensión de las emociones y el crecimiento personal son áreas a las que no solo dedico tiempo, sino que intento también acercar a la economía.
Hace unos pocos días, hablando de los reveses de la vida (todos los experimentamos), una persona me dijo: “siempre hay una salida para todo”. No sé si es aquello de Dios aprieta, pero no ahoga. Yo creo más bien que, excepto la muerte, todo tiene arreglo. Arreglo no significa volver a dejar todo como estaba. No. Sino que lo sucedido y que no esperábamos o deseábamos debe ser utilizado para dar un salto adelante en la vida.
Martin Seligman, uno de los precursores de la psicología positiva, lo llamó resiliencia. Y consiste en la capacidad que tenemos los seres humanos de recuperarnos en la adversidad. La resiliencia consiste en que una persona, tras superar una dificultad, consigue ser más sabia, conocerse más, ha descubierto nuevos caminos vitales, ha establecido nuevas relaciones personales o ha fortalecido las que tenía. Como resultado, la persona es más fuerte después del problema que antes. Eso es la resiliencia.
La resiliencia obliga a encontrar salidas. Entonces, la pregunta es si, como decía mi amiga, siempre hay salidas o, más bien, hemos de crearlas, propiciarlas e, incluso, inventarlas. Y planteo esta cuestión porque, a veces, la vida te sonríe y te planta delante una solución hecha, de la nada, inesperada. Pero en la mayoría de los casos, la puerta de salida hay que fabricarla. Y, para ello, se precisa ánimo, esperanza, ayuda de seres queridos, optimismo. Pero, claro, el revés tiene nuestros ánimos por el suelo. ¿Qué hacer en tales casos?
La respuesta nos la dio el psiquiatra Viktor Frankl: establece un nuevo propósito. Un propósito es una razón de ser, es una situación a la que nos planteamos llegar y que integra nuestros valores e intereses, nuestros principios y afectos y que, sobre todo, se ancla en nuestras habilidades y capacidades. Los propósitos son siempre a largo plazo. Los propósitos crean puertas en los muros sin salida. Sobre el propósito hablaré un poco más la semana que viene.