Todos estamos muy orgullosos de los centros de investigación y de cómo la apuesta clara que se hizo hace unos años ha servido para atraer talento y posicionar a Catalunya entre los territorios líderes en Europa en algunos ámbitos significativos de la investigación. Esto ha sido así porque hubo una voluntad política clara por la ciencia como motor del crecimiento social y económico del país. En consecuencia, se le dedicaron medios y hubo un consenso político para blindar este área. Es, sin duda, un sector en el cual se tiene que continuar invirtiendo, que se tiene que mimar y que no se puede abandonar. Pero ahora es el momento de hacer otra gran apuesta urgente e importante. Hace falta que nos convirtamos en uno de los centros del audiovisual europeo. Hoy en día el peso de un país en el mundo se mide sobre todo por su influencia en el ámbito audiovisual y digital y basta con ver la apuesta clara que hizo Corea del Sur en este sentido, imponiendo la K-culture en todo el mundo, para entender de qué estamos hablando.
Si realmente tenemos el objetivo de que se nos escuche fuera tenemos que conseguir ser relevantes en el soft power del entretenimiento de todo tipo. Y esto se tendría que ver como una apuesta de país, política y también económica, que hay que plantearse a corto, medio y largo plazo de manera consensuada y decidida. El hub audiovisual que se quiere poner en marcha en las Tres Xemeneies de Sant Adrià de Besòs, como explicábamos ayer, es la gran oportunidad para poderlo hacer, y tiene capacidad para incorporar la apuesta clara por la cultura digital, que se está convirtiendo también, como analizamos hoy en Cultura, en una nueva marca de la ciudad. Pero nos hace falta aprender del pasado y no repetir los errores.
La instalación del hub en las Tres Xemeneies se puede alargar por la complejidad urbanística y del edificio. Tenemos la tendencia a focalizar siempre todos los cambios en la piedra, en la infraestructura, en el contenedor. Así ha sido siempre hasta ahora y los resultados, ya se ha visto, no han sido buenos porque todo el presupuesto se ha ido a la parte material y muy poco a la inmaterial. El audiovisual y la cultura digital, como casi toda la cultura y la ciencia, necesita sobre todo inversión en el talento, en la gente, en los creadores. Hay que cuidar el talento que tenemos, atraer al de fuera –también el del resto del Estado– y trabajar en varias vías. El catalán tiene que tener un papel importante, pero también tiene que haber otras lenguas –son muchas las que conviven hoy en día en Catalunya–, de forma que ya se pueda empezar a trabajar con proyectos de todo tipo desde el primer momento.
Necesitamos ambición, mucha ambición, y poner el listón tan alto que su sombra pueda dar cobijo a la multitud de grandes, medias y pequeñas productoras que tenemos en el país. Somos muy buenos en la creación de autor y en las producciones experimentales de todo tipo, pero, sin dejar de apoyarlas y animarlas, tenemos que mirar más allá y ambicionar ser un centro activo y atractivo que atraiga a las grandes plataformas, con producciones de gran presupuesto que den trabajo al sector y sirvan para formar y dar salida y trabajo al mucho talento que tenemos aquí. Podemos hacerlo, solo hace falta voluntad política para redirigir las prioridades. Es aquí, en el mundo digital, en el audiovisual, donde nos jugamos el futuro.