Israel no es Occidente

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El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.

Que yo sepa Israel está en oriente, como los tres Reyes. Australia también, y Japón, y también Ucrania. Oriente significa hacia la derecha del mapa y occidente significa hacia la izquierda, hacia el oeste, hacia donde se hacen loswesterns. Y en América Latina, que no puede situarse más en occidente en el mapa, existen varios países de cultura profundamente antioccidental. Esto del mundo occidental es una convención terminológica que indica no una geografía concreta sino un sistema de valores, unidos por la historia, y si somos honestos quizás la cosa tiene más que ver con los países del Primer Mundo contrapuestos con el Tercer Mundo (del Segundo , normalmente identificado con el comunismo, hace tiempo que no se habla). Esto del primero en contraposición con los demás ya debería indicarnos que, o bien cuando hablamos de Occidente estamos hablando de riqueza económica, o bien estamos hablando de etnia: “nosotros” contra “ellos”. hace ya años que no sería válido porque China nos da mil vueltas en PIB. Por tanto, mirándolo con buenos ojos, debemos circunscribir a Occidente a un sistema de valores.Y, si Israel es “de los nuestros”, es porque creemos que pertenece o comulga.

Pero, ¿cuáles son estos valores? Puesto que debemos tener en cuenta toda la evolución histórica del planeta, supongo que debemos hablar de una mezcla de sociedades industrializadas, de los códigos filosóficos y legales griegos y romanos, de fuerte influencia cristiana, de colonialismo (que llevó a Occidente a varios sitios de Oriente) y de Revolución Francesa. Ya los romanos identificaban a Occidente con aquellas tierras de su imperio donde el sol se ponía (occido en latín significa “caída de los cuerpos celestes”). Y es que en el fondo estamos hablando, señoras y señores, de “cultura europea”: por mucho que pertenecemos a la OTAN y que Estados Unidos ganara la Segunda Guerra Mundial, el peso cultural, social e histórico determinante para definir Occidente son los valores europeos. De ahí a Nueva Zelanda. La forma de acceder a este club de valores ocurre actualmente o bien por pedir la entrada en la UE, o bien por participar en Eurovisión (participan países tan occidentales como Turquía, Israel, Australia, Ucrania...), y eso a pesar de las importantes diferencias religiosas (islam, judaísmo, ortodoxia). También se accede por asimilación cultural (Latinoamérica se llama así porque se hablan lenguas latinas, y la occidentalización de Sudáfrica viene en buena parte del inglés y del cristianismo). Por último, también por tener sistemas económicos similares, como sería el caso de Turquía y (¡tachan!) Israel. Todo esto, a grandes rasgos y obviando las minorías.

¿Qué nos hace cercanos a Israel, en el actual conflicto? Si es algo, tiene más que ver con el sistema económico y social, el progreso tecnológico y los valores (teóricamente) democráticos que con la religión: de hecho, en el conflicto entre Israel y Palestina los cristianos han quedado borrados del mapa a pesar de tener también su Tierra Santa (y porque lo de las cruzadas no funcionó). Israel ejemplificaría a Occidente en Oriente como nadie, y esto podemos decir que “nos conviene” o que podría gustarnos si realmente se respetaran los derechos humanos en tiempos de paz y las Convenciones de Ginebra en tiempos de guerra. En cambio, lo que nos acercaría, si puede acercarnos algo, a la causa de Palestina no sería el sistema de valores común (buena parte de los islamistas de Hamás consideran nuestros valores como enemigos o cosa de infieles) sino el empatía con el débil, el instinto de protección de las minorías, el derecho a la autodeterminación y la alergia al imperialismo. Por eso fue reconfortante oír al presidente Biden advertir a Israel de los “errores” que los propios Estados Unidos han cometido en el pasado, en una clara referencia a la reacción tras los atentados del 11-S, pero también, más sutilmente, en la derrota en el relato que llevó al desastre de Vietnam. Nadie quiere invitar a Eurovisión a ningún país oriental integrista, pero tampoco a ningún imperio occidental sospechoso de genocidio.

Europa tiene esta gran ventaja: no se encuentra geográficamente en Occidente sino en medio, pero, en cambio, es la cuna de la cultura Occidental y, por tanto, un gran árbitro para acercar países. El Imperio Romano se dividió, pero hoy en Europa el sol se levanta y se pone. Que hayamos confundido a Occidente con la OTAN, con la ceremonia de los Oscar y con los discursos de Meryl Streep en Asturias sólo puede ser culpa nuestra. En adelante, cuando tengamos que hablar de Occidente, hablaremos nosotros.

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