Jordi Pujol hasta el final

Imagen de la primera sesión del juicio en la familia Pujol, con el expresidente conectado por videoconferencia
25/11/2025
Periodista
2 min

En un lado había no uno, ni dos, sino tres informes médicos que coincidían en que Jordi Pujol no estaba en condiciones de seguir su propio juicio. En el otro lado había unos jueces con muchas ganas de juzgarlo que no se fiaban de los informes y un acusado con ganas de declarar. Ha sido así como, por encima de todo el mundo que consideraba que unos escritos como estos eran motivo de nulidad de la causa contra él, Jordi Pujol será juzgado.

Hay abogados que conocen muy bien la alta justicia española (alta por la calidad de los tribunales donde se imparte) y que aseguran que la determinación de Pujol de declarar acabará yéndole a favor, porque ha quedado claro que el ex president se veía con fuerzas de defender una inocencia en la que creía.

Pero la actitud de Pujol va más allá de una estrategia de defensa jurídica. Pujol quiere declarar porque quiere defender su nombre hasta el final. Que la historia no pueda decir que lo salvaron de una condena ni la edad ni unas condiciones cognitivas deterioradas, sino que afrontó el juicio sin encogerse. Y si al final no pudiera declarar (le tocará en primavera, camino de los 96 años y, lógicamente, no estará en mejores condiciones que ahora), e incluso si muriera antes de ser interrogado, quedaría claro que no se escondió, porque no ha sido nunca su manera de ir por la vida, ni siquiera ahora cuando, refiriéndose a su estado físico, confiesa en privado una verdad que salta a la vista: "Estoy jodido". Lo suficientemente jodido como para dudar de que pueda seguir el juicio o contestar a las preguntas cuando llegue el momento (si llega), con la atención que exigen los años de prisión que piden para él y sus hijos.

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