

Leo que la pastelería L'Estrella, la más antigua de Barcelona, después de unos meses cerrada, podrá celebrar sus doscientos años vida en funcionamiento. Es una noticia excepcional, en medio de la avalancha de informaciones sobre negocios tradicionales que cierran por falta de relieve generacional, oficios que se pierden, patrimonio arquitectónico que se deteriora, barrios enteros que pierden su personalidad. Una gran noticia.
Descubro que las personas que han emprendido la gran aventura de salvar a Estrella son dos chicas, Anna y Judit, de veinticinco años. Se conocen desde el instituto y durante una época trabajaron juntas en esta pastelería.
Y es entonces que una buena noticia, una gran noticia, se convierte en una auténtica alegría. Me hace feliz la recuperación de un establecimiento histórico de esta Barcelona que se nos deshace en los dedos, pero todavía me hace más constatar que hay jóvenes que tienen la sensibilidad, el empuje y la ambición por hacerlo. Ambición de la buena, que significa hacer cosas grandes y no ganar mucho dinero de la manera más fácil. Excepcional también, pero hay otros casos. Seguro que el país está lleno de jóvenes con ganas de hacer cosas interesantes, bonitas, importantes. Estos son los que merecen nuestra atención y deberían convertirse en los ídolos de nuestros niños.
Os puedo ofrecer otro ejemplo.
Germán, Josep Maria y Judit también son jóvenes y también son ambiciosos. Han creado una editorial con sede en Llagostera que se llama Cap de Brot que tiene la misión –dicen– de dar voz a autores de todo el mundo que escriben en catalán. Se definen como una editorial sin miedo, que no es súbdita de la moda ni de ninguna corrección política.
Publican autores jóvenes como ellos, pero también recuperan obras que habían quedado descatalogadas, como Pájaros de barro, de Rusiñol; Aquí acaba todo, de Josep Piera, o Situaciones insulares, de Carme Guasch.
Como esta última autora la conocí bien, puedo decir con toda seguridad que estaría agradecida y emocionada y, sobre todo, muy orgullosa de formar parte del proyecto de estos editores jóvenes y ambiciosos.
Me gustaría, pues, poneros deberes. Compra algún libro editado por Cap de Brot y vaya a leerlo, mientras toma un café o un chocolate, en L'Estrella, en la calle Nou de la Rambla.
Las jóvenes pasteleras quieren respetar el recetario del establecimiento, pero también ofrecen productos innovadores. Brazo de gitano y roscón de toda la vida, pero también croissants con gustos inesperados. Una pastelería sin miedo.
Novelas, cuentos y poemas de autores seleccionados con amor y admiración. Libros hechos con cuidado y calidad. Una editorial sin miedo.
Unos jóvenes catalanes que no tienen miedo de mirar hacia adelante porque miran atrás. Una juventud de cabeza de brote, de primera calidad, excelente. A veces todavía ocurren cosas que nos hacen mantener o redoblar la esperanza.