M. Rajoy y J. Fernández Díaz, mentira y cobardía
Si Jorge Fernández Díaz es capaz de mentir diciendo que no reconoce esa conversación con Villarejo que todos hemos oído ("Negaré, incluso bajo tortura, que esa reunión haya existido"), no es raro que ayer mintiese diciendo que no existió la operación Catalunya. Al fin y al cabo, también dice que no sabe nada del caso Kitchen (los papeles de Bárcenas), por el que el fiscal pide para él 15 años de prisión y la causa de que esté suspendido de militancia por su propio partido.
Pero el rasgo más relevante de la comparecencia de ayer en la comisión de investigación del Congreso no fue la mentira de Fernández Díaz y de M., sino la cobardía. Es marca de la casa: no saber y no recordar.
En el juicio del Procés, en el Supremo, Rajoy dijo que no sabía qué juez ordenó las cargas policiales del 1 de Octubre, que de todo lo que sucedió ese día lo informaba la vicepresidenta (y la vicepresidenta dijo que se enteró de las cargas policiales por la televisión y que nunca la informó de que ya se habían acabado), que ese día no habló con ningún miembro de la Policía ni de la Guardia Civil, que nunca tomó una decisión sobre un dispositivo policial porque eso es cosa de quienes mandan los operativos, que no le constaba si se pidieron explicaciones por el dispositivo policial, que no tomó ninguna decisión sobre abrir investigaciones, que no recordaba si utilizó o no la palabra violencia para definir lo que ocurrió en Catalunya ese día, y que no recordaba haber dicho que el referéndum no costó un euro de dinero público ("Si usted dice que lo he dicho, lo debo de haber dicho, pero yo no lo recuerdo").
En resumen, si estos insignes defensores de la unidad de España siempre han rehuido sus responsabilidades incluso cuando tenían la obligación de dar la cara, no podíamos esperar que ayer fuesen valientes.
