País Valenciano

Que Mazón no distraiga del botín

Carlos Mazón en la comisión de investigación de la dana en las Corts Valencianes
12/11/2025
Escriptor
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Mazón da rabia y es un campeón de la indignidad, pero lo que está aquí en juego es la reconstrucción del País Valenciano tras la dana, el llamado plan Endavant, dotado de entrada con 29.000 millones de euros. No es de extrañar que haya costado encontrar sustituto a la presidencia valenciana: la caída de Mazón no estaba en el guión del Partido Popular (tras haber logrado salvar los presupuestos con los votos de Vox), y entrar a ocupar ahora la silla que él ha ensuciado y puesto a la máxima tensión del escrutinio público es delicado. En el reparto de un botín colosal la mejor posición no siempre es la de la cabeza del grupo, sobre todo si esta cabeza sabe de antemano que debe vivir bajo presión. Cuando se trata de llevarse las cortas a menudo conviene más una segunda posición más discreta, ya la vez cercana a quienes deciden y reparten. Tras muchos días de vacilaciones entre Pérez Llorca y María José Catalá, al final fue el primero quien se puso al frente de la operación (contra el parecer de Feijóo, cada día más difuminado, y de acuerdo en cambio con las preferencias de Vox).

A Mazón la presidencia de la Generalitat Valenciana, al igual que los 229 fallecidos de la dana y el dolor y la indignación de los ciudadanos, le importan un rábano. No tiene ningún tipo de inconveniente en protagonizar una escena oprobiosa tras otra, ni en ponerse en ridículo, ni en volver a arrastrarse ante todos, como hizo en su discurso de dimisión/no dimisión (todavía está en la presidencia) o cómo ha vuelto a hacer este martes en su comparecencia ante la comisión. Los gritos que le acusan de asesino o le tachan de malparido le pueden molestar o ponerlo de mal humor un momento, pero en el fondo le resbalan. En el PP también. A los de Vox les divierten.

Los intereses de Mazón son dos: escabullirse vía aforo del asedio judicial de la juez de Catarroja y embolsarse su parte de la fabulosa tarta del plan Endavant, del que él se considera coautor junto a su gran amigo Gan Pampols. No le contentan migajas (si se me permite parafrasear aquí al gran Ovidio, al que por supuesto Mazón desconoce por completo), y sabe que tampoco ya puede aspirar al pan entero, pero Mazón no quiere irse sin su buen par de rebanadas. No se trata tan sólo de una paga de 85.000 euros anuales, oficina, chófer y asesores. Esto, si acaso, es el chocolate del loro, lo que ya contaba de antemano. Pero Mazón ha prestado unos servicios y quiere cobrarles.

El PP también quiere cobrar (due siete años sin gobernar España; esto significa una merma importante de ingresos en la contabilidad extracontable). Los empresarios que apoyan al partido y que han mantenido a Mazón de pie hasta que se los ha caído al suelo, estos también quieren cobrar. Vox, por su parte, quieren demostrar que ya son la fuerza decisiva de la derecha española y que tienen el PP en sus manos. Y será grande, para Abascal y compañía, la tentación de precipitar unas elecciones al País Valenciano en las que Vox podría hacer por primera vez el sorpasso en el PP.

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