Tenemos una sociedad acelerada, y el griterío con apariencia de información no favorece que se cree un debate sereno en la opinión pública que permita formarse un criterio libremente sobre temas importantes. La falta de tiempo y los breves y constantes impactos juegan especialmente en contra de la atención sobre la información especializada, ya sea científica o económica y financiera. Por este motivo hemos querido detenernos y poner el foco en el proceso que va avanzando con la opa hostil del BBVA sobre el Banc Sabadell y que afectaría a los ciudadanos y la economía española y catalana mucho más de lo que pueda parecer en un principio. Una operación que puede mejorar la eficiencia y la digitalización del BBVA, pero también cambiar las condiciones del acceso al crédito bancario de autónomos, empresas y particulares teniendo en cuenta que el Banc Sabadell trabaja con la mitad de las pymes de España y con dos de cada tres pequeñas y medianas empresas en Catalunya.
Proceso abierto
El proceso que se inició con el anuncio del intento de adquisición hostil del banco vallesano culminaría con la decisión de los accionistas, pero todo dependerá antes de la opinión de que expresen los reguladores bursátiles de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y del organismo de la Competencia (CNMC). En cuanto al calendario, todo indica que primero se pronunciará la CNMC para establecer si sería factible poner en marcha la operación sin perjudicar a la competición en el mercado.
Posteriormente, será el gobierno español en última instancia quien pueda poner condiciones para la ejecución de la operación y será entonces cuando el BBVA deberá evaluar si sigue avanzando o si retira la oferta. Si sigue adelante, el 50,1% del accionariado del Sabadell debería decidir vender sus títulos si considera que las condiciones son buenas. Se trata de unos doscientos mil accionistas bastante repartidos entre fondos institucionales y minoritarios que valorarán los beneficios puramente económicos que presente la operación evaluándola en el último momento y que también sopesarán los vínculos emocionales con una institución fundada el último día de 1881 en Sabadell.
¿Una operación antipática?
Como en cualquier fusión bancaria, existen riesgos de ejecución, y en esta operación no parecen menores. Por el contrario, en una encuesta de ISPD/Netquest para el diario ARA, el 43% de los clientes del Banc Sabadell sin cuenta en BBVA romperían la relación y cambiarían de banco. El rechazo a la operación es menor entre los clientes del banco de origen vizcaíno pero también entre ellos está muy por encima del 10% de media habitual de clientes que se marchan cuando existe un proceso de integración. Asturias y la Comunidad Valenciana son los territorios en los que hay más encuestados que se declaran dispuestos a cerrar la cuenta seguidas de Catalunya y Madrid. La desconfianza de la opinión pública detectada por la encuesta no sería ajena a la oposición expresada por el organismo catalán de la competencia (ACCO) y las principales organizaciones empresariales como la Cambra, Pimec y Foment. Los sindicatos también se han expresado en contra porque están convencidos de que se cerrarán más oficinas en un mercado español donde ya de 2008 a 2022 se redujo su número a un tercio. La operación afecta a la quinta empresa del país, con 19.000 trabajadores. Los sindicatos UGT y CCOO consideran que si el Sabadell fuera absorbido por el BBVA se produciría un recorte de plantilla que sitúan entre 7.600 y 10.500 personas.
La última oportunidad
Mientras los organismos competentes estudian la opa, la batalla entre los ejecutivos es a vida o muerte profesional. La operación impone que tengan una actitud de discreción pública pero a nadie se le escapa que esta es la última oportunidad del presidente del BBVA, Carlos Torres, que ya fracasó en el 2020, en el primer intento de comerse al Banc Sabadell, y también es la última gran batalla del presidente Josep Oliu. La desconfianza entre los dos viene de lejos. Tras esa frustrada operación de compra, el Sabadell está saneado y es muy rentable, habiendo reducido personal de forma considerable, ha recuperado una acción entonces muy castigada y ha crecido en bolsa un 326%, y el BBVA un 117%.
El BBVA quiere optimizar recursos y también equilibrar sus balances con su negocio en economías más expuestas que la española, como son los casos de México y Turquía. La clave para salir adelante, en esta operación, serán las condiciones de los reguladores y la capacidad de convencer a los accionistas de que los beneficios de la fusión serían superiores a los del banco en solitario. De momento, el BBVA ha hecho una oferta cinco veces superior a la del 2020 pero que no satisface al Sabadell y que los expertos no descartan que mejoren en el último momento. BBVA es un gran actor bancario en Catalunya después de haber integrado a Unnim y Catalunya Caixa, el equivalente a seis de las diez antiguas cajas catalanas. Por su parte, el banco vallesano forma parte del panorama empresarial tradicional en Catalunya. Vienen tiempos interesantes que seguiremos de cerca en la sección de economía del diario.