Qué es y qué no es la financiación singular

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El Palacio de la Generalidad en una imagen reciente.

Estos días oiréis hablar mucho de financiación. No es algo nuevo. La infrafinanciación crónica de Catalunya es una diagnosis ampliamente compartida, y son muchas las voces que desde el mundo político, económico, social y académico piden acabar con el ingente déficit fiscal que padecemos, de 22.000 M€ al año. Es un concepto que puede sonar técnico pero que condiciona fuertemente nuestro estado del bienestar y nuestra economía.

Desde el Govern de Catalunya presentamos, hace unos meses, una propuesta de financiación justa y singular para Catalunya basada en el principio de soberanía fiscal plena. El documento es público y se puede consultar en la web de la conselleria de Economía y Hacienda. Estos días se hace referencia en muchos debates, con afirmaciones diversas, algunas cuidadosas y otras erróneas. Por eso querría aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de financiación singular.

Financiación singular es soberanía fiscal plena. Es tener la llave de la caja, nada menos. La Generalitat, ahora mismo, solo recauda el 9% de los impuestos generados en Catalunya, un porcentaje inaceptable y anormalmente bajo si se compara con la capacidad de recaudación que tienen territorios federales como los lands alemanes, los cantones suizas o las provincias canadienses. Lo que proponemos es recaudar el 100% de los tributos que generamos y después realizar dos transferencias al Estado: una como contraprestación por los servicios que este presta en Catalunya (defensa, representación exterior, administración de justicia, etc.) y otra por contribuir a la equidad o solidaridad territorial.

Financiación singular es transparencia y rendimiento de cuentas. Es saber con exactitud cuánto se ingresa y cómo se gasta. Bajo una apariencia de rigor, el actual sistema de financiación, además de ser injusto, arbitrario y confuso, es también profundamente opaco.

Financiación singular es viabilidad jurídica. El análisis realizado concluye inequívocamente que el modelo singular de financiación es plenamente compatible con el Estatut d'Autonomia de Catalunya, la Constitución española y el derecho de la Unión Europea. Para aplicarlo solo habría que incorporar el modelo a la Lofca y modificar dos leyes: la de financiación de las comunidades de régimen común y la de cesión de tributos a Catalunya. Es, por tanto, una cuestión de voluntad política.

También quisiera clarificar lo que no es financiación singular.

Financiación singular no es participar en una nueva negociación multilateral. Desde hace 40 años Catalunya forma parte del régimen de financiación común y se ha implicado en las seis revisiones del modelo de financiación que ha habido. Los resultados han sido siempre decepcionantes, manteniendo la insuficiencia financiera crónica que sufrimos. Si queremos conseguir resultados diferentes, es necesario hacer las cosas de forma diferente, y eso significa salir del régimen común.

Financiación singular no es privilegio ni ir en contra de otros territorios. Nuestra propuesta prevé una cuota para la equidad territorial y no debe implicar pérdida de recursos para otros territorios. Sí requiere un cierto adelgazamiento del gobierno central, lo que es factible y está justificado, ya que en los últimos diez años sus ingresos han incrementado un 90%, mientras que los de las comunidades autónomas han crecido solo un 41%. Nuestra propuesta responde a la voluntad de Catalunya, quién sabe si compartida con otros territorios del Estado, de asumir la responsabilidad fiscal plena frente a la ciudadanía. En el Estado deben poder convivir el modelo foral, del País Vasco y Navarra, el modelo singular de Catalunya y el modelo de régimen común, dependiendo de las transferencias del Estado.

Financiación singular no es la creación de un consorcio. Se está hablando de un consorcio previsto en el Estatut, pero hay que tener presente que este instrumento no se incorporaba al texto aprobado por el Parlament de Catalunya en 2005. No ha sido necesario un consorcio para articular la cuota vasca ni el concierto navarro, ni tampoco para dar cobertura a las particularidades tributarias de Canarias. Tampoco existen consorcios en los casos internacionales mencionados. La cuestión esencial es quién tiene la llave de la caja de los impuestos que se pagan en Catalunya; un consorcio no es más que un instrumento y puede ser una cortina de humo para que nada cambie.

Catalunya necesita alcanzar, de una vez por todas, la soberanía fiscal. Un sistema en el que recaudemos y gestionemos el 100% de nuestros impuestos y a partir del cual contribuyamos al Estado por los servicios prestados y por un objetivo de solidaridad bien entendida. Tenemos una oportunidad real y probablemente histórica para hacerlo posible. Necesitamos determinación, consenso e inteligencia colectiva. No se le puede pedir a Esquerra Republicana que renuncie a lo que sabemos que necesita nuestro país. Por eso, desde esta responsabilidad con Catalunya, sin soberanía fiscal no vamos a facilitar ninguna investidura. ¡Vamos!

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