A la ofensiva en tromba

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Pedro Sánchez durante una de sus intervenciones en el debate de investidura

Sánchez actuó por elevación. Sabe muy bien que el acuerdo de la amnistía que lo llevará a la investidura lo lee mayoritariamente la opinión pública española como un acto de oportunismo o, más aún, de cinismo político. Había que disparar por elevación, y eso hizo. Con contundencia, salió a la ofensiva contra una derecha y una ultraderecha españolas a las que situó como representantes de la ola reaccionaria internacional. Él, obviamente, es el muro de contención.

Sánchez situó a la mayoría que lo investigará como la del progreso, y a la oposición como el camino del regreso al pasado dominado por el resentimiento y el odio.

Feijóo multiplicó la adjetivación habitual, pero acabó asumiendo la legalidad de la mayoría que formará gobierno, distanciándose así de la extrema derecha, a la que nunca podrá superar en la hipérbole. Así fue cuando Abascal habló de golpe de estado y comparó a Sánchez con Hitler, antes de salir del hemiciclo acompañado por las cámaras de televisión para encabezar la manifestación.

Sánchez será investido gracias a la amnistía y el acuerdo con los partidos que llaman periféricos. Comenzará una legislatura compleja. Pero no solo el PSOE, también los independentistas han hecho de la necesidad virtud y tendrán que entenderse. Unos y otros están colgados del acantilado agarrándose entre ellos. Vista la sesión parlamentaria, el entendimiento entre el PSOE y los independentistas es inevitable. Eso sí, con mucha retórica para mantener las distancias, y más de un susto. No será ni fácil ni plácido.

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