"Si no cambia la evaluación, difícilmente no cambiará nada". Esta afirmación de Neus Sanmartí, maestra referente en el ámbito de la investigación y la divulgación sobre la evaluación y el aprendizaje, deja claro que la evaluación es uno de los elementos esenciales de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
El viejo paradigma de la evaluación como sinónimo de poner una nota en el examen ha quedado superado y ahora sabemos que debe estar presente en el día a día para ayudar al alumnado a identificar los aciertos, dificultades y errores ya descubrir formas para seguir progresando. Una concepción que no genera miedo o rechazo a los alumnos, sino que se percibe como una herramienta, una guía, para mejorar.
Esta mirada es ampliamente compartida por la comunidad educativa. Ahora bien, cuando ponemos el foco en la evaluación de los docentes nos encontramos con que el mismo concepto, antes defendido, ahora genera rechazo o incomodidad en parte del colectivo docente.
Actualmente, la evaluación docente es trending topic en las salas de maestros, puesto que ha comenzado el proceso expreso de evaluación de los nuevos funcionarios. Este proceso, que habitualmente tenía una duración de un año, este año se ha recortado y se realizará en sólo tres meses para poder gestionar la tensión del sistema de evaluar a una gran cantidad de funcionarios y funcionarias en prácticas. Además, en muchos centros, la tarea de evaluar al nuevo funcionariado recaerá en los compañeros de claustro y en el equipo directivo, ya que la incorporación masiva y simultánea de miles de funcionarios ha superado la capacidad de gestión por parte de la inspección .
Desde Clam Educatiu vemos como una gran oportunidad perdida que un aspecto tan clave como la evaluación de los nuevos docentes funcionarios se haga deprisa y sin recursos, y que, por tanto, sea vivida como un trámite burocrático tanto para los docentes evaluados como para los evaluadores .Se plantea como una regulación administrativa, no como un proceso que pueda ayudar a mejorar la práctica del profesional y, al mismo tiempo, el sistema educativo.
Las carencias de este proceso son sólo la punta del iceberg de la situación de la evaluación del profesorado en nuestro país. El sistema educativo catalán es uno de los pocos sistemas educativos en el que no se realizan evaluaciones periódicas de cómo trabaja cada docente. De hecho, según datos recogidos por la OCDE en 2018, España es el país donde hay más docentes trabajando que nunca han sido evaluados, ni por el director o compañeros del centro, ni por ningún organismo externo. Así, después de obtener la plaza de funcionarios, puede que estos docentes nunca más sean evaluados.
Sabemos que el factor que más impacta sobre los resultados educativos del alumnado es la calidad docente, por lo que actuamos en contra de la evidencia si no establecemos sistemas para mejorarla a través de la evaluación. Desde Clam Educatiu creemos que uno de los retos prioritarios que debería asumir la nueva conselleria es implementar un sistema de evaluación profesional continuada para la mejora de la práctica docente.
Este sistema de evaluación debería servir para fomentar el aprendizaje docente a través de espacios de reflexión que permita identificar aquellos aspectos a mejorar y también como herramienta de diagnosis de las necesidades formativas del colectivo docente que se incorpora al sistema educativo, para diseñar propuestas formativas que faciliten las mejoras deseadas. Es necesario desligar la concepción de la evaluación de la connotación fiscalizadora. Por eso es necesario que la evaluación tenga sentido para los docentes, que sirva para mejorar y tenga un impacto positivo en su proceso de aprendizaje. Con esta perspectiva formativa y formadora, la evaluación es útil para el profesorado, ya que les permite seguir desarrollándose profesionalmente.
El rol de la inspección es clave para establecer un proceso de evaluación docente de calidad, pero no es el único agente que podría tener protagonismo en el futuro sistema de evaluación: también es necesaria la mirada del alumnado y de los compañeros docentes. En este sentido, la evaluación a través de la observación y reflexión sobre la práctica es una herramienta muy potente para la mejora continua. La observación entre iguales es una metodología relativamente poco conocida y poco aplicada aquí en Cataluña, pero de contrastada utilidad porque promueve la reflexión sobre la propia práctica docente. Y estamos hablando de ello: identificar los aciertos, dificultades y errores para descubrir maneras de seguir progresando.
Evidentemente, no es tan simple como parece: es necesaria organización, coordinación y tiempo para poder implementar procesos exitosos de observación y feedback entre iguales así como sistemas de evaluación interna en los centros. Algunos docentes, escuelas e institutos avanzan en esta dirección, pero sin una apuesta clara de la administración, seguirán siendo la excepción en el sistema. , evaluar es aprender. Si un alumno no se evalúa, no aprende si un docente no se evalúa.