

Es una excelente noticia la concesión del Premio de Honor de las Letras Catalanas en Pere Lluís Font, un pensador que personifica la convicción de que el rigor es una forma de cortesía hacia los conciudadanos: se puede constatar en la entrevista que le hace Ignasi Aragay en este diario, una pieza que goza de leer.
La introducción que hace Pere Lluís Font al volumen Pensamientos y opúsculos de Blaise Pascal, traducido por él mismo y publicado por la editorial Adesiara hace poco más de tres años, es uno de los mejores ensayos que se han escrito sobre este gigante del pensamiento occidental en Cataluña y en toda la península Ibérica. A su vez, hay que considerar este libro como un verdadero evento cultural: incorporar a todo Pascal al catalán en una edición solvente es un deber que debe tener resuelto cualquier lengua de cultura. Hay que sumar esta aportación a los trabajos de Font sobre Kant, Descartes, Montaigne o Ramon Sibiuda (de quien Montaigne escribió una gustosa apología, hay traducción al catalán a cargo de Jaume Casals, en Edicions 62). O en sus reflexiones sobre el pensamiento cristiano en la poesía de Joan Maragall.
Pascal se proponía dar pruebas de la credibilidad del cristianismo como sistema de comprensión del mundo (del cosmos), y Pere Lluís Font se detiene a remarcar que, entre estas pruebas, el filósofo francés esgrime los milagros: "A nadie debe extrañar que crea –apunta Font, y añade– como creen Hobbes y Des ción moderada". Es decir: lo que a nosotros nos parece ahora una doble condición de Pascal, como matemático y como pensador de la religión, como científico y como humanista, es de hecho una sola realidad coherente que permite al autor de los Pensamientos creer en los milagros. Hay un bello deje irónico en este "a nadie debe extrañar", que de todos modos Font refuerza con citas del propio Blaise Pascal: "Nadie es tan feliz como un verdadero cristiano; ni tan razonable ni tan virtuoso ni tan amable". O bien: "Moisés promete que Dios les circuncidará el corazón para hacerles capaces de amarle", a la que sigue: "Una palabra de David, o de Moisés, como que Dios les circuncidará el corazón hace juzgar su espíritu. Aunque todos los demás discursos suyos fueran ambiguos y dudosos de ser filosóficos o cristianos, finalmente una palabra de esta naturaleza determina todas las demás". Podemos añadir uno de los pensamientos pascalianos más famosos: "Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que no creyendo en un Dios que sí existe". Todo ello sirve para entender cómo pensaba Pascal, pero también Pere Lluís Font, discípulo de Paul Ricoeur y, por tanto, en cierto modo, pariente intelectual de Mircea Eliade.
En tiempos de patriotismos impostados y estantises, en los que cualquier farsante se atreve a firmar sus deposiciones como filósofo, Pere Lluís Font ofrece una obra de pensamiento sólida y fonda, que ensalza la lengua en la que está escrita y el país donde se ha escrito. Aunque él sonría y encuentre que no hay para tanto, el Premio de Honor no podía ser más acertado.