Leo en el ARA que la Policía Nacional ha detenido en Igualada a un chico de 19 años para robar "64 millones de datos personales que después revendía a internet". Había "números de DNI, nombres y apellidos, direcciones de domicilios, números de teléfono, direcciones de correo electrónico y códigos IBAN".
Me parece muy bien que caiga sobre el interfecto todo el peso de la ley. Pero una vez que haya purgado sus pecados, ¿me lo podrían enviar? Todo delincuente necesita rehabilitarse, trabajar honradamente sin que se le recuerden el pasado y los resbalones. Y en ese sentido, mis cincuenta mejores amigas y yo tenemos trabajo para él. Sin preguntas, sin juicios. Porque este jovencito de 19 años ha robado tarjetas bancarias, DNIs, números de móvil y cosas que no sé qué son, como el IBAN. ¡Y no! No hace falta que me lo expliquen en los comentarios de la edición online. Lo comprenderé, pero no lo recordaré y mañana estaré igual.
Si ha robado números de tarjetas bancarias significa que, en caso de necesidad, puede "saber" cuál es el número de las nuestras. ¡Y lo más importante! Puede saber todas nuestras contraseñas: la de entrar en el ARA (que era "patata", pero derivó en PaTata1966, porque no era segura, y ahora quién sabe si ya es un Kiwi1234), la de la banca online, la de comprar bolsos de segunda mano, la de saber cómo se hace para firmar electrónicamente... Si tiene 19 años se ve bien (corrector, por favor, no me quite el pronombre) y, por tanto, no debe hacer esa boca torcida de crustáceo al intentar acertar la numeración en el cajero o incluso en la taquilla del Abacus.
En la Antigua Roma había un esclavo llamado nomenclator que advertía al dueño del nombre de los yendo y venideros que se encontraba por el camino. Bien pisado. Así pues, el igualadino de 19 años podría ser el nuestropirata informaticus. Pagamos bien (pero debe decirnos la contraseña del Bizum).