El Barça, el PSG y también la UEFA vetaron a Movistar en protesta por los “comentarios racistas” durante la transmisión que ofrecían del partido de ayer en París. En la previa, mientras los jugadores se retiraban en el vestuario, se vio cómo Lamine Yamal daba unos toques con el balón. La comentarista Susana Guasch no pudo estar de decir: "Mira qué calidad, mira qué toques de Lamine Yamal". Entonces, el comentarista Germán Mono Burgos hizo: "Si no le va bien terminará en un semáforo". Todo el mundo se rió. El llamado Mono Burgos, a quien Movistar ha acabado echando, se refería a los malabaristas que pueden verse, a veces, en los semáforos de las ciudades. Aprovechando que los coches están parados, con bolos o pelotas realizan acrobacias y, antes de que se vayan, pasan el sombrero. La mayoría de estos artistas callejeros han estudiado en escuelas de circo o mimo. Tienen un dominio del cuerpo que a todos nosotros nos resulta insólito.
¿Por qué razón este comentario es racista? Los artistas de los semáforos no son de ninguna etnia concreta. Y si lo fueran, ¿qué? La forma que tienen de medio ganarse la vida puede asociarse, si se quiere, a la mendicidad, pero no cabe duda de que tienen una habilidad fuera de lo común. Entiendo que el Mono Burgos se refería a esto. Alguien puede decir que el comentario es de mal gusto porque sugiere que si Yamal no lo logra puede ir a trabajar a la economía sumergida. Pero no me parece racista porque yo diría que Mono habría hecho el mismo comentario con cualquier otro jugador blanco. No me parece un comentario con intenciones estigmatizadoras, al contrario. Diría que “enviar a frotar” a una mujer árbitro, por ejemplo, es sexista. Diría que decirle a Cheick Sarr “Puto negro, corre” es racista. Diría que llamar Mono a un señor, sugiriendo que se asemeja a un mono, es supremacista. Pero esto no lo veo por ninguna parte.