El pasado día 13 publiqué aquí un artículo en la que, con motivo de la muerte de Jacques Delors, reflexionaba sobre las preocupantes perspectivas políticas del futuro de Europa. Añado hoy las dimensiones económica y social. Lo hago después de haber escuchado algunas ideas que han salido en las reuniones de Davos, pero sobre todo por haber echado de menos muchas que me parecen más importantes.
Parto del convencimiento de que en los próximos años la configuración de la organización geopolítica en el mundo cambiará sustancialmente en relación a la de la segunda mitad del siglo XX, a consecuencia de los muchos y fuertes procesos tecnológicos, sociales y políticos que estamos viviendo. El nivel de conciencia general sobre todos ellos está aumentando, pero no lo suficiente, y no crecen lo suficiente las necesarias actuaciones de personas, de empresas y de gobiernos para hacerle frente, o sobre todo para poder aprovecharlos.
1. Historia reciente. Simplificando, puede decirse que los elementos fundamentales que determinan el papel de los estados o las agrupaciones supraestatales en el mundo son ocho: la dimensión de su población, el control de algunos recursos naturales, el nivel de desarrollo tecnológico, el PIB, el PIB per cápita, sistema de organización sociopolítica, poder financiero y, finalmente, poder militar. Los cinco últimos dependen de los tres primeros, pero los ocho tienen mucha importancia a la hora de determinar los equilibrios mundiales.
Después de la segunda gran guerra pasamos una primera etapa caracterizada por un dominio importante de EE.UU., con otra agrupación, la Rusia comunista, como único grupo con capacidad de enfrentarse a él, sobre todo teniendo en cuenta la existencia de la OTAN. En la tercera parte del siglo XX, Rusia perdió casi toda su fuerza y fueron creciendo tres nuevos elementos: China, la Unión Europea y el grupo de la OPEP, con estados propietarios de grandes reservas de combustibles fósiles, casi todos situados en Oriente Medio. Más recientemente también comienzan a contar, por razones distintas, India y algunos países del hemisferio sudamericano o africano. En el caso chino, aparte de la población y los recursos, está teniendo mucha importancia su gran desarrollo tecnológico. El papel de la OPEP reposa exclusivamente en los recursos fósiles. Y la UE logró un cierto papel al unificar primero su mercado y después iniciando una cierta presencia conjunta de sus estados en aspectos políticos de carácter internacional.
2. Presente y futuro. ¿Cuál puede ser el mapa para las próximas décadas? a) Los países de Oriente Medio perderán buena parte de su papel, ya que está basado en unos recursos que se utilizarán mucho menos, aunque intenten alargarlo, como se ha visto en Davos. b) Estados Unidos continuará con su liderazgo tecnológico sobre todo en el campo de la recogida y utilización de datos, reforzando su capacidad en las áreas de los chips y de la inteligencia artificial. c) China continuará su aceleración en estas mismas tecnologías, consolidándose como contrapoder, siendo el sustituto del antiguo papel de Rusia en el mundo. Y d) La UE tomará conciencia de que, para evitar que sus estados miembros pasen a ser simples subordinados de uno de los dos grupos dominantes, debe realizar avances importantes en tres áreas: reforzar el desarrollo tecnológico, aumentar la unidad de actuación en la política exterior, y no abandonar la organización social de la convivencia, teniendo en cuenta que es necesario disminuir la desigualdad económica y mejorar la política sobre inclusión, con una nueva y mejor organización de la inmigración, ayudando a solucionar el posible problema demográfico.
Volviendo a la UE ya la preocupación que expresaba en mi último artículo, estos tres aspectos (tecnología, política exterior y demografía) están entre los que deberían priorizarse en los próximos años tanto en Bruselas como en Estrasburgo. Por eso dedicaré algunos de los próximos artículos a profundizar en estos temas a partir de los contenidos de cuatro informes recientes: el del Foro Económico Mundial de Davos, el informe anual de Intermón-Oxfam, uno del Fondo Monetario Internacional y uno de McKinsey. Hay que revisar también papeles de hace unos años de la propia UE, entre ellos el report de un comité de expertos que yo mismo presidí sobre la política de investigación y tecnología de la Unión. Algunas de las propuestas hechas y aprobadas por los órganos correspondientes no se han desarrollado lo suficiente y esto es una de las explicaciones del actual retroceso de Europa en el contexto mundial.
Espero modestamente poder ayudar a la idea de que, con menos preocupación por los aspectos militares o por los controles de tipo financiero, Europa puede desempeñar ahora un papel importante en el mundo de los próximos años. Pero por supuesto que si Trump o alguien de su cuerda llega a la presidencia de EEUU, y eso pone en peligro la multilateralidad e incluso la OTAN, los elementos a repensar serán muchos más.