Sufrir por el Barça

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Sufrir por el Barça

Una rareza mía es que no soy aficionado al fútbol. Observo, sin embargo, que las competiciones alegran el ánimo de familiares y amigos, y por eso las sigo de lejos y me alegran los éxitos del Girona, del Espanyol o del Barça. Excepto, claro, cuando compiten entre ellos. Entonces quedo emocionalmente neutral. En cualquier caso, a todos los equipos les deseo una buena salud económica.

Ahora bien, el Barça es una institución de una dimensión representativa excepcional y pide una atención especial. De largo debe de ser la institución catalana más conocida en el mundo. Y por eso sufro cuando el Barça sufre. Amigos socios del Barça me preguntan si se tienen que angustiar, además de sufrir, por las circunstancias económicas del momento. Les digo que por ahora con sufrir tenemos suficiente. Esto les gusta, pero cuando, como por ejemplo haré, les explico el porqué ya no les gusta tanto. Entonces intento tranquilizarlos, como también ahora haré.

El Barça está tomando una opción económica de riesgo que deriva de la convicción, en mi opinión correcta, de que la salud económica, en forma de ingresos abundantes y suficientes, seguirá los éxitos deportivos y que, por lo tanto, vale la pena comprometer ingresos futuros con el objetivo de obtener ahora los recursos necesarios para establecer una situación financiera que permita invertir en jugadores y equipaciones –el Espai Barça–. Así se propiciaría, pero nunca se aseguraría –y de aquí el riesgo–, el éxito deportivo. Ahora bien, el Barça no es una sociedad anónima como la mayoría de sus rivales. Es una asociación, un club: el Barça no tiene otros propietarios que sus socios, algo altamente valorado por estos como signo de identidad. Pero también significa que no se pueden obtener recursos emitiendo acciones. Aun así, se han podido diseñar estrategias para obtener a partir de ventas y de empréstitos a largo plazo, sostenidos unos y otros en el empeño de líneas de actividad específicas con capacidad de generar ingresos futuros. Se ha hecho con Goldman Sachs por el Espai Barça, con el fondo de inversión americano Sixth Street –se han comprometido el 25% de los derechos televisivos por 25 años– y vendiendo Barça Studios a las empresas Socios.com y Orpheus Media.

En conjunto, el riesgo que se ha tomado me parece razonable. Ciertamente, si al Barça las cosas no le salieran del todo bien, no es imposible que se viera abocado a adoptar el modelo de uno de los grandes clubes del mundo: Bayern de Múnich. El Barça constituiría una sociedad anónima a la cual aportaría sus activos futbolísticos y a la vez vendería una parte minoritaria de las acciones. Estimado socio: si este día llega no sería ningún desastre. Hay suficiente margen para asegurar que el club mantenga el control y siempre que este sea el caso pienso que, de hecho, se trataría de un modelo con ventajas respecto al actual. ¿Por qué?

En primer lugar, porque los objetivos deportivos que valoran los socios, ganar títulos, están muy alineados con los propios de una empresa. Como ya he dicho, la prosperidad económica de la institución es condición necesaria para los éxitos deportivos.

En segundo lugar, porque las reglas de una sociedad anónima, como las de protección del socio minoritario, ayudan a garantizar la buena gestión. Amigo socio del Barça, hazte la pregunta: ¿los controvertidos episodios gestores que han tenido lugar en el Barça se habrían producido si el Barça fuera una sociedad anónima, aunque controlada por el club?

En tercer lugar, porque compartir entre accionistas los riesgos asociados con la incertidumbre sobre los ingresos futuros de la institución es una forma más habitual, clara y nítida de compartirlos que hacerlo entre socios y empresas a las cuales se ha adjudicado líneas particulares de ingresos que a corto plazo pueden estar muy delimitadas, pero que a la larga pueden ser fuente de litigios.

Y, en cuarto lugar, porque permite al socio conocer con exactitud cómo se encuentra de lejos de la línea crítica en la que puede perder el control de la sociedad.

En definitiva, el socio no tendría que temer la posibilidad de evolucionar en la dirección del modelo Bayern. Ha funcionado para ellos –en su caso lo hicieron para cancelar la deuda de la construcción de su estadio: es una idea–. No podemos afirmar de entrada que no funcionaría aquí. Parece que los socios del Barça todavía no están preparados para que algún dirigente les proponga tomar el camino del Bayern. Pero como yo no soy socio me puedo permitir decir que este momento puede llegar y que, si llega, tomarlo puede ser una opción mejor que la de activar la vigésima palanca y arriesgarse, yendo a tientas, a perder el control por accidente.

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