Thomas Bisson en una imagen de archivo.

Se ha muerto, con 94 años, un amigo amado: el profesor Thomas N. Bisson. Mont-Saint-Michel, se topó con Catalunya. Y muy pronto comprendió que lo que tenía entre manos no era una nota a pie de página en la historia de Europa, sino una experiencia política pionera, articulada y profundamente relevante en la evolución del gobierno y de la sociedad medievales. dejó de mirar hacia aquí.Fue uno de los primeros estudiosos norteamericanos que se adentraron, con rigor y admiración genuina, en la historia institucional de la Cataluña condal y en las formas de gobernanza que emergieron entre los siglos XI y XII Pero su vínculo con nuestro país fue mucho más allá de la investigación académica. su vida.

Aprendió catalán, estudió con minuciosidad los archivos eclesiásticos y civiles catalanes, que admiraba profundamente por su riqueza, y construyó una lectura lúcida, respetuosa y empática del pasado catalán que se ha convertido, y seguirá siendo, una fuente de inspiración para generaciones. Una de sus ideas más relevantes fue demostrar que la noción de interés público, tradicionalmente atribuida al parlamentarismo británico, ya estaba presente en las instituciones catalanas medievales, en formas primitivas pero sustanciales. Para Bisson, la historia de Catalunya no era periférica, sino fundacional.

Su obra culminante, La crisis de los twelfth century: energía, lordship, y los orígenes de European government, examina el origen de las estructuras de gobierno en Europa, y se basa en un legendario curso introductorio de historia medieval que Bisson impartía en Harvard, en el que la comparación entre las instituciones catalanas y las británicas ocupaba un lugar central. Otra de sus contribuciones clave –esta sí, traducida al catalán– es un libro titulado Voces atormentadas. Poder, crisis y humanidad en la Cataluña rural, 1140-1200, una obra esencial para comprender la complejidad del poder feudal y la condición humana en la Cataluña de ese tiempo. También se ha traducido una modélica Historia de la Corona de Aragón.

En 1987 fue nombrado miembro correspondiente del Institut d'Estudis Catalans, en 1991 fue distinguido con el título de doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona, y en 2001 recibió la Cruz de San Jorge de la Generalidad de Cataluña. Distinciones todas ellas merecidas, que reconocían no sólo su aportación a la investigación, sino también su compromiso intelectual y afectivo con el país.

Pero más allá de los honores, quienes tuvimos el privilegio de conocerlo sabemos que era, sobre todo, un maestro generoso y un profundo humanista convencido del valor de las instituciones y de las personas que les dan vida. En las largas conversaciones mantenidas con él en nuestras respectivas épocas en Harvard siempre planeaba una doble inquietud: por un lado, su preocupación por el futuro de la democracia; por otro, su fe en la historia como herramienta de comprensión, responsabilidad y compromiso cívico.

Bisson no era sólo un gran historiador europeo: era, también, un amigo profundo de Cataluña. Un hombre que desde su mirada externa nos ayudó a vernos mejor a nosotros mismos. Su obra seguirá inspirando a medievalistas y estudiosos.

Descansa en paz, amado Thomas. Tu maestría y tu amistad quedarán para siempre en nuestra memoria.

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