Un toque de atención contra el relajamiento en las medidas anticovid

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Cues para vacunarse en el Hospital de Santo Pau.

Estos días vuelve a haber cierta alarma por el aumento de casos de covid-19 que hay en todas partes. De momento parece que todavía se trata de contagios de la variante delta, pero en muchos países se está viendo un aumento rapidísimo de los casos de la variante òmicron que preocupa mucho a los expertos. Faltan datos y es prematuro avanzar lo que pueda pasar, pero, por lo que se va sabiendo de otros lugares, y por la experiencia que ya tenemos después de dos años del riesgo que supone minimizar el peligro, habrá que estar muy atentos a la evolución del virus en las próximas dos semanas. Se da por hecho que habrá un gran aumento después de las fiestas de Navidad, pero, si son ciertas las informaciones que van llegando sobre la ómicron, no sería descartable que esta subida llegue incluso antes.

En todo caso, estas alarmas tienen que servir para recuperar las precauciones básicas que en los últimos tiempos mucha gente parece haber olvidado. "Manos, mascarilla y distancia" tendría que ser un mantra que tendríamos que tener incorporado en el comportamiento del día a día. Las vacunas son efectivas y han evitado muchas muertes en los últimos meses, pero aunque el porcentaje de los que tienen la pauta completa en Catalunya es de las más altas de Europa, un 76%, esta protección no ha sido suficiente para eliminar la circulación del virus. Por cómo se extiende y muta el virus entre los no vacunados –porque no quieren o no pueden hacerlo– y porque estos medicamentos pierden efectividad con el tiempo y no hacen de barrera total del contagio.

Las nuevas medidas que se están tomando para hacer frente a la nueva crisis son variadas. Por un lado, reforzar la vacunación tanto con el inicio de la campaña para niños de 5 a 11 años como con la tercera dosis, que ya se está administrando a los mayores de 60 y ahora se ha aprobado también para los mayores de 40 y los que habían recibido AstraZeneca. Otra es intensificar el uso del certificado covid, de los test de control y, en algunos ámbitos, del teletrabajo. Algunos países han reforzado también las restricciones de viajes, como Francia o Italia, e incluso algunos como Austria han vuelto a confinamientos, pero aquí todavía no estamos en ese escenario. La UE vuelve a llamar a la coordinación, pero, de hecho, cada país vuelve a hacer lo que quiere a pesar de que el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) avisabael miércoles que la expansión rápida de la ómicron no es ninguna broma y que hay que restringir de nuevo la vida social. Cuesta, porque tenemos encima la Navidad y no será fácil, pero habría que tener cuidado. ¿Por qué? No solo por cuidar nuestra propia salud y la de los otros, especialmente los más vulnerables, sino también porque corremos el riesgo de enlazar un nuevo año de crisis económica con la parada de la movilidad mundial –Berlín ha suspendido su feria de turismo de marzo y en Fira Barcelona empiezan a estar preocupados por lo que pueda pasar con el Mobile–, podemos ver cómo se vuelve a paralizar la asistencia sanitaria básica por el colapso que provocan los brotes de covid en los CAP y en los hospitales y, ya lo hemos experimentado, porque la salud mental de la población joven y no tan joven ya está al límite.

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