El sitio se anuncia en internet como "masía de turismo rural", pero lo del turismo rural lo es todo y no es nada. Era una granja de cerdos, pero granja de las de ladrillo, ni siquiera está rebozada. Han puesto todo de sofás, comprados en Wallapop, y cuatro mesas y una piscina, de esas que se compran prefabricadas. Se alquila para grupos, e ir un fin de semana puede salirte a 30 euros por persona.
Quien va sobre todo hacer una fiesta. Poner música fuerte, cantar canciones en el karaoke, drogarse un poco y comer snacks. Los vecinos del pueblo, el viernes, cuando los ven, ya lo huelen. "Habrá festival", dice la anciana, que tiene al hombre enfermo. Pero da igual, porque la chica joven, estudiante de selectividad, también lo dice. Y la lectora de libros dice lo mismo.
Ellos, los que han alquilado la casa, no tienen la culpa, o no la tienen del todo. Cuando la abuela, vecina de la pocilga y los sofás, les dice que paren con la música, se ríen y exclaman: "¡Calla, vieja!" A las cinco de la mañana la señora del marido enfermo llama a los Mossos, una y otra vez, hasta que vienen, y cuando vienen, rendida, se espera en el balcón de la masía para ver cómo les hacen callar de una vez."Ah, qué guapos, los Mossos, nos han dicho qué claro, que es normal que estemos fuera...La mujer lloraría. Ella, como la chica estudiante, como los vecinos de al lado, no se puede comparar a estos jóvenes con bañador que se ríen y se drogan tan alegres. Tienen las de perder. vendrán otros con las mismas ganas de tirar basura y cantar con los altavoces. En verano todos estamos más sensibles porque las ventanas están abiertas, ¿verdad?" Ella sonríe. La culpa será suya. La semana pasada la propietaria dijo que no les habían funcionado los detectores de sonido. El viernes vendrán otros.