La Universidad Autónoma de Barcelona acaba de aprobar los primeros estatutos que realizamos en los últimos veinte años y los terceros de la historia de la institución. La normativa que debe administrarnos a partir de ahora se ha hecho de manera cooperativa, colaborativa y participativa; manteniendo los principios que deben regir una universidad como la nuestra, pero con la larga mirada hacia el futuro que debemos compartir y hacer entre toda la comunidad. Somos la primera universidad catalana en adaptar los estatutos a la nueva legislación. Este paso hacia delante nos permite abrir camino.
Las universidades tenemos la responsabilidad de ser muestra y ejemplo de nuestra sociedad, hacer apuestas rompedoras que son referentes. Con este espíritu, la Universidad Autónoma de Barcelona inició el proceso de creación de los nuevos estatutos el pasado curso por varias razones. En primer lugar, era necesario adaptar los estatutos a la nueva ley, la LOSU. También era necesario dar un paso firme y decidido para actualizar una normativa que llevaba dos décadas sin tocarse. Durante este tiempo los cambios en el sistema universitario y en la sociedad han sido muchos y muy profundos. Teníamos claro que esta nueva normativa sólo podía hacerse abriendo un proceso participativo a toda la comunidad universitaria. La responsabilidad y el ADN de la UAB obligaban a promover la implicación de todas las personas que deberemos aplicarlos a lo largo de nuestra vida universitaria. Unos nuevos estatutos para una UAB más inclusiva, más catalana, más sostenible y participativa.
Unos nuevos estatutos no son sólo un conjunto de normas y reglamentos, son un compromiso en firme de todas las personas que forman parte de una comunidad universitaria, con la comunidad y con lo que espera la sociedad. De hecho, una de las novedades de esta nueva norma es precisamente la institucionalización de mecanismos participativos de la comunidad que aunque desde el gobierno de la UAB los usemos, no formaban parte hasta ahora de nuestra normativa.
La participación y la implicación de la comunidad universitaria en la nueva normativa es clave para promover la democracia. En una época en la que, justo pasadas las elecciones europeas que miramos con recelo, el miedo evidente a las francesas ya las americanas (con un Biden en horas bajas) y con un incremento de la extrema derecha preocupante en España y en Cataluña, hay que ser valientes y dar voz a todo el mundo. Sólo con el debate de las palabras y las ideas y desde diferentes visiones se puede realizar un proyecto compartido donde todo el mundo tenga cabida, encajando las críticas y modificando lo que en el debate se ha enriquecido. ¿Esto significa dar entrada a posiciones extremistas y en contra de principios básicos en la UAB en la UE o en el Estado? De ninguna de las maneras. Ya hemos visto en alguna comunidad autónoma cómo sobrepasar los límites sólo puede perjudicar a la democracia.
Durante todo el proceso se han realizado cerca de 800 aportaciones por parte del conjunto de la comunidad universitaria, que demuestran un amplio debate hasta llegar a su aprobación. Éste es un ejemplo de participación y debate que debe poder servir a las universidades y al resto de instituciones.
Mención especial requiere la lengua. En Cataluña su defensa en todos los estamentos es clave. Por eso el catalán consta en el artículo 7 de nuestro reciente estatuto con una clara defensa de la lengua propia y añade que “la Universidad garantiza y promueve el uso del catalán como lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza universitaria, así como en las actividades de investigación, gestión, transferencia e intercambio de conocimiento”.
Estos nuevos estatutos suponen para la UAB la confirmación de que, en palabras del filósofo danés Søren Kierkegaard, "la vida sólo puede ser entendida mirando atrás, pero debe ser vivida hacia delante". Nuestra historia, que supera ya el medio siglo de vida, nos capacita para mirar con orgullo el pasado, desde los orígenes del Manifiesto de Bellaterra, y afrontar con confianza el futuro. Los estatutos trazan un camino, claro y potente, para reformular nuestro modelo de gobernanza y es necesario hacerlo desde la base de un conocimiento profundo, técnico y político, y contando otra vez con la participación, implicación y complicidad de todas las personas de la UAB.