Las vacaciones públicas y las vacaciones privadas

Leemos en el Lecturas que el rey Felipe "ha interrumpido sus vacaciones privadas con la mujer y las hijas por motivos de peso". Lo de "vacaciones privadas" siempre me ha parecido extraordinario, porque quiere decir que lo hacen "publicas", que son teatrillo. Hacer ver que "haces vacaciones", navegando en barca, vistiéndote de blanco autóctono, yendo a cenar a un sitio, ni carísimo, ni baratísimo, parece ya, de por sí, una maravilla. Pero es que encima hacen otras, que son "privadas". Y el motivo de peso por el que Felipe ha interrumpido las vacaciones privadas son los incendios. Se ve que el monarca "se ha puesto en contacto" con algunos presidentes autonómicos "para conocer el grado de afectación de los distintos fuegos que asolan terriblemente" su reino. Parece un gesto de responsabilidad monárquica, pero no sólo lo veo así.

Muchos de los ciudadanos que sólo hacen "vacaciones privadas" actúan como el rey Felipe. Están en el camping o en el apartamento o en la autocaravana, con su familia, y de repente reciben una llamada de trabajo: hay una urgencia y sólo él la puede resolver. Sintiéndolo mucho coge el coche y se va hacia la ciudad, qué grave, se perderá el almuerzo familiar. Se despide de sus hijas y su esposa, así como de su madre, que había venido de visita. Como se había marchado muy temprano, para no encontrar colas, desayuna de tenedor por el camino. Llega a casa, se pone el pantalón corto y soluciona el asunto que pudo solucionar desde el camping. Piensa si se va a cocinar un pescado o si va a comer bien. Después se tomará un cóctel y hará la siesta.

Llamará a casa para decir que ahora ha terminado de trabajar y que quizá se quede a dormir. La esposa y las hijas le dicen que sí, que ya tomará el coche mañana, que ahora la carretera da miedo. Están jugando al bingo al avance de la tienda y tampoco le echan de menos.