La vacuna contra la estupidez

Foto del grupo de alumnas que ha participado en el diario conmemorativo del día universal de la infancia.
20/11/2025
Directora del ARA
1 min

Ahora parece que la verdad es opinable y va disfrazada de mil versiones, todas ellas vestidas con la misma tipografía, urgencia y, a menudo, la misma mala intención. Las fake news se han convertido en una amenaza central para una sociedad acostumbrada a hacer click antes de pensar.

Y ahí está el primer problema: nos emociona más un titular incendiario que un dato sólido, un discurso indignado que una mente serena. Quienes diseñan falsedades lo saben muy bien. Son ingenieros de la emoción.

El segundo problema es aún más delicado: la erosión progresiva de la confianza. Cuando todo puede ser falso se resquebraja nuestra capacidad de reconocer lo que es verdadero. La duda es sana, pero la desconfianza absoluta es un desierto.

El filósofo Bertrand Russell escribía en 1933, en su ensayoThe Triumph of Stupidity, que los estúpidos tienen certezas inmensas y los inteligentes conviven con la duda. Educar en el pensamiento crítico significa dar a los jóvenes la vacuna más efectiva contra la desinformación: la duda bien gestionada. No la duda corrosiva que lo disuelve todo, sino aquella otra, más modesta, que nos hace preguntar: ¿quién lo dice, por qué lo dice, cómo lo sabe? Significa enseñarles a detectar las señales de alarma y darles herramientas para realizar búsquedas inversas de imágenes, para distinguir una opinión de un hecho, un rumor de una prueba.

La libertad de información se defiende con hechos, con rigor y –paradójicamente– con un cierto escepticismo. En un mundo en el que todo el mundo quiere tener razón, la mejor defensa quizá sea aprender a dudar.

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