Vacunación: eficacia y eficiencia

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Una chica se hace un test de antígenos supervisada por el farmacéutico de la Farmacia Bagaría Casanova, en l'Hospitalet de Llobregat

Eficacia es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera y eficiencia si se logra con los recursos disponibles. En resumen, ser eficaz es ser capaz de hacerlo repetidamente y ser eficiente es hacerlo con el mejor uso de los recursos.

Numerosos países, desde el inicio de su lucha contra la pandemia, han sumado la farmacia como recurso sanitario y al farmacéutico como profesional sanitario más accesible y distribuido en el territorio. En España no ha sido así.

Desde el ángulo de la “eficacia”, veamos qué hemos hecho en España. La política de vacunación ha demostrado ser una de las más eficaces del mundo. Esto nos debe hacer sentir honestamente orgullosos de nuestro sistema sanitario y sus profesionales, especialmente de atención primaria y enfermería.

Paralelamente, el sistema sanitario ha incorporado las farmacias más tarde que otros países y con una aportación reducida. Algunos hechos que demuestran esta afirmación son, por ejemplo, que son las últimas en dispensar test de antígenos sin receta, que tampoco participan en cribados que permitan identificar positivos asintomáticos y comunicar los resultados, excepto en algunas comunidades y por su propia iniciativa. Además, las farmacias no participan de forma coordinada con las autoridades sanitarias en la difusión de mensajes comunes y, por supuesto, no vacunan.

En Catalunya, la implicación de las farmacias ha avanzado lentamente, pero en la buena dirección. Se han iniciado cribados supervisados por el farmacéutico, con la posterior comunicación de resultados a la carpeta de salud del ciudadano, financiados para grupos preferentes y no financiados para el resto. Se pueden y se deben dar más pasos que faciliten la lucha contra la pandemia y la activación de la actividad económica y social seguras, creando espacios de baja capacidad de contagio, hecho que FEFAC defiende junto con PIMEC.

Desde el ángulo de la eficiencia, veamos si se han logrado los resultados con la mejor utilización de los recursos disponibles. Es decir, ¿cómo lo hemos hecho?

Con la legislación y situación actuales de emergencia, mejorar la respuesta es un ejercicio de voluntad y coraje político. Poner primero lo primero, la salud y el bienestar social frente al resto de legítimos intereses, ya sean sectoriales, técnicos o administrativos.

Basar la vacunación y otras acciones en la atención primaria pública casi en exclusiva ha sometido al sistema de salud y a sus profesionales a un gran estrés, tanto por la incertidumbre de la evolución epidemiológica de la pandemia y su duración, como por el impacto y características de cada nueva ola.

Para enfrentar la pandemia, centrándonos en la vacunación, se han intentado múltiples acciones. El insuficiente número de sanitarios llevó a proponer a los profesionales en activo ceder parte su tiempo libre para vacunar, además de testar, trazar contactos y mantener el resto de tareas, con una respuesta extraordinaria, pero acumulando cansancio y necesidad de descanso insoslayable.

En el ámbito de la logística se ha concentrado la vacunación en los conocidos vacunódromos, con un ejemplar funcionamiento, y se ha prescindido de las farmacias como puntos complementarios de vacunación. Si cada farmacia de España vacunase solo a diez personas, hablaríamos de 220.000 dosis diarias administradas, 1.100.000 por semana, cifras nada desdeñables que permitirían haber descargado el sistema sanitario, reducir las dificultades de acceso a la vacuna, las concentraciones de personas y ayudar a concienciar a los que dudan de ella, en base a la confianza en su farmacéutico.

La realidad es que tenemos al sistema sanitario frente a una exigencia máxima, con los profesionales al límite y el recurso de las farmacias mucho más que infrautilizado. FEFAC y el resto de organismos farmacéuticos insistimos y seguimos ofreciendo sumar las más de 22.000 farmacias y 80.000 profesionales farmacéuticos, para reducir el estrés del sistema sanitario y dar un servicio más accesible y próximo a la ciudadanía. Si esto fuera así, seríamos igual de eficaces, pero mucho más eficientes.

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