14/10/2021
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Pedro Sánchez justificó los indultos como una forma de no continuar por el camino de la “venganza y la revancha” del Estado. El problema es que el estado español continúa exactamente por este camino, tal como ha demostrado ese tribunal que no es un tribunal ni tiene ningún juez: el Tribunal de Cuentas.

Venganza y revancha, sí. En algunos casos, con carácter retroactivo. Dos ejemplos: el president Mas ya fue juzgado y condenado por el 9-N. El profesor Mas-Colell ni siquiera fue a juicio, y en 2015 abandonó el cargo de conseller. Y ahora es evidente que si no hubiera habido octubre del 2017 no habría habido esta persecución de sus bienes. O sea, que hechos posteriores agravan su responsabilidad en hechos anteriores. Desde el franquismo que sabemos que España es diferente, pero no sabíamos que también poseyera su propia máquina del tiempo. La situación en su totalidad es de una arbitrariedad incompatible con un estado de derecho mínimamente constituido.

El julio pasado, Pedro Sánchez subió al escenario del Liceu y llenó su discurso con palabras nobles como por ejemplo convivencia, reencuentro, reconocimiento, reconciliación o reconstrucción. Pero con palabras no hay bastante para borrar una cultura política que considera que el diálogo es una debilidad, que el escarmiento es virtuoso y que Catalunya es la anomalía molesta que frustra el sueño de la uniformidad. Acciones como las del Tribunal de Cuentas son un recordatorio de las razones por las cuales millones de catalanes tomaron la decisión colectiva de ahuecar el ala.

Antoni Bassas es periodista
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