Ursula von der Leyen atendiendo a los medios de comunicación en rueda de prensa.
29/08/2025
Ingeniero industrial y exministro.
4 min

Hace dos semanas expresaba en estas mismas páginas mi preocupación por el resultado de la reunión entre Donald Trump y Ursula von der Leyen sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y la UE, un resultado que calificaba de una clara imposición por parte del primero, y de una increíble y triste aceptación por parte de la otra. Ahora que hemos ido conociendo con más detalles el contenido de los acuerdos, creo que me quedé corto en mi previsión. Estamos obligados, tanto los ciudadanos europeos como, sobre todo, los miembros de los diferentes niveles de autoridades europeas, a determinar las decisiones que tenemos que tomar para evitar que la UE siga dando marcha atrás en sus posiciones políticas y en sus grados de bienestar, tal y como está ocurriendo desde hace ya dos o tres décadas. Las increíbles posiciones de Trump lo están empeorando, pero las propias decisiones europeas hace tiempo que lo han estado provocando. El mundo está cambiando y nosotros no hemos sabido adaptarnos a las nuevas circunstancias que se han venido creando, tanto de carácter económico, como político o de sostenibilidad.

En mis palabras de hace 15 días se podía interpretar que achacaba la culpa del gran fracaso europeo a las actuaciones que tuvieron las dos personas negociadoras. Lo sigo viendo así por las imposiciones por parte de Trump; pero cada vez veo más claro que la impotencia de la presidenta de la Comisión en la negociación no es atribuible a la persona, sino a las características y equivocaciones en el sistema de funcionamiento de la Unión Europea que, tanto en este como en otros casos, le impidieron tener una posición más firme y tuvo que aceptar proposiciones que nos pueden perjudicar mucho, tal y como se está ya viendo en muchas partes. Vuelvo a insistir en que la actual configuración de la geopolítica mundial obliga a rehacer en algunos aspectos la organización de la UE si no queremos convertirnos en un conjunto de estados marginados, impotentes y en recesión. De forma muy simple indico algunos objetivos que necesitamos definir, copiando de otros espacios ya conocidos o creando nuevas formas de estados, con nuevas características.

1. Más unidad política, económica, financiera y militar. No es equivocado pensar que el presente siglo puede ser escenario de nuevos enfrentamientos (económicos, políticos, e incluso bélicos...) como lo fueron las primeras décadas del siglo pasado. Ahora hay tres unidades políticas mundiales preparadas para poder participar en las confrontaciones y en los acuerdos (Estados Unidos, China y Rusia), pero hay una cuarta (la UE) que, pese a tener un peso muy importante, tanto en número de habitantes como en volumen de producción económica, no está en condiciones de enfrentarse a ninguna de las tres. La razón es muy simple: con formas políticas diferentes (estados democráticos, estados federales, o estados autocráticos) las tres potencias citadas tienen un poder político unificado con capacidad de negociar, enfrentarse o luchar. La UE no lo tiene, ya que las posibles decisiones de los órganos de Bruselas o de Estrasburgo carecen de efectividad negociadora sin tener antes el acuerdo, por mayoría o por unanimidad, de los 27 representantes de los Estados miembros. Está claro que mientras la UE no tenga políticamente el carácter de estado federal, no disponga de un verdadero mercado único en temas económicos y financieros, e incluso (teniendo en cuenta lo que ocurre con la OTAN), de algún tipo de ejército europeo, no estará en condiciones de poder ser un cuarto poder con cierta presencia e influencia en los asuntos globales.

2. Más ciencia, tecnología y talento. Dejando a un lado la enorme extensión de Rusia, está claro que la superficie de Europa es relativamente pequeña y se caracteriza por una insuficiente cantidad de recursos naturales, especialmente de tipo energético y mineral. Esto hizo que el extraordinario crecimiento de la economía europea necesitara, durante siglos, importar muchos recursos de todo el mundo. Esta era hasta ahora una característica negativa, pero la utilización directa del sol y del aire lo está mejorando mucho en el primer caso, y la economía circular en el segundo. Por tanto, disminuye nuestra histórica dependencia. Tenemos que ser conscientes de que nuestra principal riqueza es ahora, y debe ser aún más, el talento humano, y por tanto el crecimiento de la actividad científica y la utilización práctica de los conocimientos a través de nuevas herramientas tecnológicas.

Termino con un resumen de lo que me preocupa ahora porque veo que no se está impulsando lo suficiente por parte de los gobiernos desde el nivel local hasta el europeo, pero especialmente catalán y español. Lo hago con una lista de palabras o frases que pueden ser entendidas como orientación: a) Europa, estado democrático y federal. b) Mercado europeo libre, pero regulado. c) Unidad financiera y bancaria. d) Ejército federal europeo. e) Consumo más sostenible energéticamente y en materiales. f) Prioridad por la educación y la formación, tanto de los nacidos aquí como inmigrados. g) Aumento de actividad científica y tecnológica. h) Aceptación de turismo de calidad.

Quisiera contagiar esta preocupación por su urgencia.

stats