Cada vez vivimos más años y los queremos vivir mejor

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La práctica de ejercicio, es una de las claves por un envejecimiento saludable.

Actualmente hay más de 900 millones de personas más mayores de 65 años en el mundo y en 2050 podrán ser 2.000 millones, explica Francesc Posas, director del Instituto de Investigación Biomédica, institución pionera en poner en marcha un programa sobre el envejecimiento. Se ha hablado mucho del reto socioeconómico que supone esto, tanto en cuanto a las pensiones como los cuidados de estas personas, pero quizás está bien dejar de verlo solo como un problema y considerarlo lo que es, uno de los grandes hitos de la humanidad de los últimos dos siglos. Se ve claramente en el gráfico que acompaña la apertura del dossier que hoy dedicamos a la investigación sobre la longevidad y el envejecimiento. En 1800, la esperanza de vida de la población europea eran 33,3 años. De acuerdo, se morían muchos niños y esto hacía que la media bajara mucho, pero lo cierto es que muy pocos llegaban a viejos y la mayoría morían antes de haber salido de lo que hoy consideramos la juventud. Las medidas higienistas y la puesta en marcha de la canalización de aguas fecales, el alcantarillado como se conoce hoy en día, supusieron una revolución, y en 1900 la esperanza de vida ya había subido a los 42,7 años, casi diez más. Y la media todavía subió más cuando hacia 1930 se descubrió la penicilina, que junto con las primeras vacunas consiguieron reducir la mortalidad infantil. En 1950, sin embargo, la esperanza de vida en Europa todavía era de 62 años, y desde entonces ha subido hasta rozar casi los 80 años (78,6) en 2019.

Esta esperanza de vida más elevada se ha debido en gran parte a los avances científicos y médicos, y ahora también nos encontramos a punto de una nueva revolución. No tanto porque se pueda alargar todavía más la vida -también se está estudiando-, sino porque la investigación de la última década está centrada en encontrar los mecanismos para revertir o retardar el envejecimiento y evitar así algunas de las principales enfermedades -Alzheimer, cáncer...- que están asociadas a ello. Muchas de estas investigaciones todavía están en fase de ensayo con animales, pero algunas ya están en fase clínica con humanos, y a pesar de que es temprano para saber los resultados abren puertas de la esperanza a la mejora de la calidad de vida de la gente mayor.

La ciencia avanza, sí, pero si una cosa se ha aprendido estos años es que envejecer bien también depende mucho de lo que hace cada uno. La mejora de los últimos años se debe de en buena parte al hecho que cada vez más gente ha incorporado hábitos de vida saludables que le permiten tener una vida activa a pesar de la edad. Como bien nos explican los testimonios de hoy en el dossier, y también los expertos a quienes hemos pedido consejos para envejecer bien, la clave es siempre tener buenos hábitos, tanto en cuanto a la alimentación como el ejercicio y a mantener la mente ocupada y cuidar las relaciones socioafectivas. Y esto hay que empezarlo a hacer antes, porque lo que se hace de joven repercute en la salud de mayor. La experiencia del covid también ha mostrado la crisis y la precariedad del sistema de residencias. Hará falta un gran cambio, porque ahora, ciertamente, muchas hacen más una función de residencia sociosanitaria sin tener los servicios que esto requeriría, y en cambio no se han adaptado a ofrecer a los viejos autónomos los servicios que requerirían. Es una revolución pendiente que hay que iniciar enseguida.

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