De viaje por Barcelona
Estos días, en Barcelona, tumbas un chaflán y de repente te encuentras una cola de turistas esperando para entrar en un restaurante que está lleno de turistas. En algunos ofrecenbrunchal igual que en cualquier lugar del mundo. Turistas rodeados de turistas viviendo una experiencia al igual que la que podrían encontrar en su país es ya una condición universal.
Ciudades como Barcelona, con sus logros góticos y modernistas asegurados, concentran gentíos foráneos en poco espacio, tipo plaza de San Marcos de Venecia. Dado que el navegador del móvil ahorra la necesidad de preguntar nada por la calle, es posible viajar por el mundo sin cruzar una sola palabra con algún elemento local. Una vez que intenté dar ayuda a una pareja de japoneses que parecían desorientados huyeron corriendo, probablemente entrenados contra los cacos.
Dado que el éxito del viaje se mide por fotos pensadas para el Instagram, se puede salir de casa e ir lejos sin desconectar digital y mentalmente del círculo de relaciones habituales. Si ya nunca tenemos la cabeza allá donde estamos físicamente, de viaje continuamos en el caparazón.
Hay otros viajes por Barcelona, como el del Barça de esta temporada. Miradlo líder en la Liga, finalista en la Copa y semifinalista en la Copa de Europa. Con el juego que han hecho me parece imposible que no ganen, al menos, uno de los tres campeonatos. Pero más allá de los títulos, quisiera poner en valor, como ahora se dice, que sólo el viaje de esta temporada ya ha sido muy bonito: verlos jugar, verlos marcar goles y defenderlos con ese hambre ha sido una satisfacción constante. Ahora que estamos a diez días del primer desenlace y la magia será sustituida por el todo o nada del palmarés, que quede por escrito que el viaje de esta temporada nos ha devuelto esa íntima satisfacción.
