Western castizo
20/02/2022
4 min

No se trata de un duelo a florete ni a pistola para restaurar el honor después de un golpe de guante desafiante en la cara del contrincante. No. El principal partido de la derecha española ha decidido abrirse en canal en una riña en la plaza pública entre el presidente del partido y la lideresa madrileña, armados con un cuchillo jamonero. Ni siquiera una navaja toledana, ni un cierto protocolo en el reto, ni padrinos honorables: a sangre y fuego en la Cope.

Ya saben: Casado le dice a Don Carlos (Herrera) que se trata de “irregularidad o falta de ejemplaridad”, por un contrato del hermano que le aporta beneficios de 300.000 euros, que la presidenta reconoce pero cifra en 55.000.

El contrato es feo y al mismo tiempo es lo de menos.

La animadversión viene de lejos y no hay objetivo mayor que el control del partido y, por tanto, de la capacidad de colocar peones y de aspirar a la Moncloa.

Pablo Casado ganó el congreso del postrajoyismo, pero no ha logrado consolidar el liderato. Ya ha perdido dos elecciones generales y la extrema derecha avanza a cada oportunidad que le brindan. La dirección de Génova teme la potencia populista de Díaz Ayuso y se niega a aceptar que la presidenta de la Comunidad de Madrid sea también la líder del partido madrileño. Pero el intento de evitar una reedición de las tensiones entre Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre no contaba con la soltura de Ayuso ni de su poderoso jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, enemigo declarado del secretario general del PP, Teodoro García Egea.

La cuestión es que Ayuso intentó adelantarse para controlar el relato, y acusó a la dirección de guerra sucia, de recurrir a un espía de TBO y de “crueldad”. Pero Casado tiene un dosier que sería armamento pesado en cualquier país civilizado. Un contrato relacionado con el hermano y otro adjudicado, también por procedimiento de urgencia (sin concurso), a una empresa de un socio de la madre, según Público.

Para un votante conservador, la situación representa no haber pasado página a la era Cospedal, y le crea vergüenza ajena cuando parecía que ya no se podía pasar más con la corrupción de Bárcenas, el cura espía, Villarejo y compañía.

Ayuso es el genio (y figura) que ha salido de la lámpara, y su capacidad de comunicación y su oratoria directa desafían a un Casado gris que intenta compensar la falta de ideas para comerse a Ciudadanos y Vox subiendo el tono de las palabras contra un Pedro Sánchez al que hoy se le escapa la risa por debajo de la nariz.

SUICIDIO COLECTIVO

La pelea no augura nada bueno para el PP de orden y gobierno que se mira con interés al presidente gallego. Asimismo, el Feijóo de las cuatro mayorías absolutas mira hacia otro lado con cara de “a mí que no me busquen”. Feijóo sigue siendo la pieza a recorrer cuando el partido se hunde, pero no parece que vaya a moverse si no es por aclamación.

Un congreso extraordinario sería la solución para sellar la paz, pero no en plena guerra, en pleno proceso de destrucción interna de la que solo se beneficiará Vox. Hoy Casado y Ayuso tienen mal pronóstico pero también el conjunto del PP. Las elecciones de Castilla y León demostraron que la potencia del partido en Madrid no es replicable y que la extrema derecha aparece como una alternativa viable. De hecho, la mayoría de votantes del PP son partidarios de formar gobierno con los de Santiago Abascal, prefigurando una coalición que sería un paso importante en la política española. Poco a poco la derecha va naturalizando sus amistades peligrosas y el discurso público en general se va injertando de las respuestas sencillas de Vox a los problemas complejos que otros partidos no son capaces de afrontar con valentía.

Ayuso puede intentar salir de esta subida a los hombros de sus fans intensos, pero los contratos ya están en la Fiscalía. El desgaste para el PP en su conjunto es evidente. Su estrella ascendente, acusada de irregularidades o falta de ejemplaridad, y los hombres de Casado, acusados de espiarla. Por el momento, el presidente del PP se ha encumbrado y se niega a cesar a García Egea. Sabe que se quedaría sin dique de contención y que no está en su mejor momento, si es que ha tenido alguno desde su victoria sobre la rajoyista Soraya Sáenz de Santamaría.

LA TENTACIÓN DE SÁNCHEZ

Mientras la derecha española se pelea, el PSOE trabaja el próximo ciclo electoral. Se trata de aprovechar los errores del contrincante, pero es mejor que no olviden los propios. Hace tan solo 16 días que se aprobó la reforma laboral por casualidad y sin la mayoría de la investidura; la misma mayoría que representa a la España que pone los ojos en blanco cuando siente que Madrid es España dentro de España. Ya veremos si Sánchez supera la tentación de un adelanto electoral.

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