"O aflojas o pediremos tu cabeza". La intrahistoria del pacto de Vox con Mazón

El presidente valenciano negoció de espaldas a Feijóo para intentar salvarse

El portavoz de Vox en el Parlamento valenciano, José María Llanos, y el jefe del Consell, Carlos Mazón, en una imagen reciente.
20/03/2025
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BarcelonaLa película del pacto de presupuestos entre Vox y Mazón de esta semana tiene dos ganadores y un perdedor. Los primeros son el partido de Abascal y el propio presidente valenciano, que han logrado sus objetivos. Y el segundo es Alberto Núñez Feijóo, que una vez más se ha visto superado por los acontecimientos y se ha visto obligado a bendecir un pacto cocinado a sus espaldas y va más allá de lo que él hubiera querido en materia medioambiental, agrícola o de inmigración.

Vamos a palmos. Esta historia comienza antes de Navidad, cuando en un almuerzo la cúpula de Vox comunica a la del PP cuáles son sus condiciones para dar luz verde a los presupuestos autonómicos. Lo que exige Santiago Abascal es que los populares renieguen de las políticas que los populares europeos han impulsado en las últimas décadas en Bruselas de la mano de socialistas y liberales en materias como la agricultura y el medio ambiente, la inmigración o la seguridad. Y en concreto la extrema derecha pide a Feijóo que reniegue del llamado Pacto Verde impulsado por la primera Comisión Europea de Ursula von der Leyen en el 2020 con el objetivo de que la UE sea climáticamente neutral en el 2050. Pero según explican fuentes conocedoras, Feijóo.

Mazón, el plan B

Es entonces cuando Vox pone en marcha su plan B, que no es otro que presionar lo que consideran que es el eslabón débil del PP ahora mismo, ese varón que, fuertemente cuestionado internamente, necesita los presupuestos para sobrevivir políticamente. Éste es, evidentemente, Carlos Mazón. El presidente valenciano es alguien, además, bien relacionado con Vox, hasta el punto de que ha comido con Santiago Abascal y tiene buena relación con él. Sobre estas bases comienzan a negociar de espaldas a Feijóo, pero de entrada el propio Mazón considera que el precio que le piden es demasiado alto y se resiste a ceder.

En paralelo, en Vox comienzan a ponerse nerviosos. Los constantes cambios de versión sobre la llegada de Mazón al Cecopio, las movilizaciones en contra y, sobre todo, los autos de la jueza de Catarroja ponen al presidente valenciano en una situación cada vez más insostenible, y en Vox empiezan a plantearse dejarle caer por no quedar salpicados.

El presidente de la Generalidad Valenciana, Carlos Mazón, en un desayuno informativo en Madrid.

Entonces llega el 24 de febrero. Ese día Mazón se desplaza a Madrid para realizar un desayuno informativo en el Foro Nueva Economía donde revela las dieciséis llamadas que realizó entre las 17:37 y las 19:44 del día de la DANA, el 29 de octubre. Según ha podido saber el ARA, al mediodía come con una persona de confianza de Abascal que le traslada un ultimátum: "O aflojas o no tendremos más remedio que pedir tu cabeza". Esa amenaza lo cambia todo. Mazón ve que no tiene más remedio que ceder porque si Vox le retira el apoyo está perdido.

Entonces es él mismo el que presiona a Feijóo para que le dé luz verde para leer una declaración política en la que asume todos los postulados ideológicos de Vox y se desmarca de las políticas europeas de los últimos años. Empieza un intercambio de papeles a tres bandas entre Vox, por un lado, y Palau y Génova, por otro. Según explicaron fuentes populares a La Razón, la dirección estatal del PP rebajó el contenido en documentos que eran más "radicales". Sin embargo, desde Vox se asegura que no tuvieron que ceder en nada sustancial. Y escuchando el discurso de Mazón del lunes se hace difícil ver dónde ha habido estas supuestas rebajas.

El dilema de Feijóo

Pero lo cierto es que Feijóo carecía de alternativa. O dejaba caer a Mazón, y abría una crisis política en el País Valenciano de difícil gestión, o aceptaba el chantaje de Vox. En un momento determinado Feijóo decide hacer de la necesidad virtud y aceptar el acuerdo con la esperanza de que sus cesiones allanen también los pactos presupuestarios en Murcia, Aragón o Baleares, de modo que, en sus duelos con Pedro Sánchez en el Congreso, pueda sacar pecho que sus comunidades sí aprueban sus cuentas y no. Sin embargo, de momento no ha habido movimientos en estos territorios.

Pero el precio que debe pagar Feijóo también es alto. Primero, porque su autoridad política ha vuelto a quedar en entredicho, ya que no sólo ha sido incapaz de obligar a Mazón a apartarse (como le piden no pocos dirigentes del partido) sino que ahora es rehén de su pacto con Vox. Segundo, porque ha vuelto a dar un volantazo ideológico, en este caso hacia la extrema derecha, que no acaba de casar con su estrategia de presentarse como alguien moderado y con sentido común. Y finalmente, porque el pacto ha incomodado a los dirigentes más centristas del partido como el presidente andaluz, Juanma Moreno Bonilla, que a menudo se enfrenta a Vox en su parlamento en cuestiones como la inmigración.

La jugada, por el contrario, le ha salido redonda a Vox, ya que ha conseguido arrastrar al PP hacia sus posiciones y mantiene el objetivo a largo plazo de romper el entendimiento entre el PPE y los socialdemócratas en Bruselas para hacer una coalición entre los populares y la extrema derecha que gira. Ésta es la jugada que ni Mazón ni Feijóo, inmersos en el ruido del día a día y pendientes de su futuro político más inmediato, han sabido ver.

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