¿Qué busca Sánchez con su viaje a China?

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Pedro Sánchez saluda el primer ministro chino, Li Qiang, a la apertura del Foro de Boao.

BarcelonaEl presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha llegado esta madrugada a China en un viaje oficial que durará dos días. En esta primera jornada, de contenido básicamente económica, Sánchez ha inaugurado el Foro Económico de Boao para Asia con un discurso en el que ha presentado a España como un socio "fiable" tanto para invertir como participar en los esfuerzos diplomáticos para acabar con el conflicto entre Ucrania y Rusia. "Las relaciones entre China y Occidente no tienen por qué ser de confrontación, sino que hay un amplio margen de colaboración para que todos ganen", ha dicho mientras llamaba a las autoridades chinas a no cerrarse y así no obligar a la UE a hacer lo mismo. Este viernes Sánchez será recibido por el presidente chino, Xi Jinping, en Pekín. Pero ¿qué es lo que busca Sánchez con este viaje?

En 2018 el líder chino Xi Jinping viajó a Madrid. El contexto internacional era diferente. Trump todavía era presidente de los EE.UU. y China podía acercarse a Europa haciendo bandera contra el proteccionismo americano. La Unión Europea todavía mantenía una retórica de cooperación general con China, a pesar de que las tensiones se acumulaban. Algunos países mediterráneos como Italia, Portugal o Grecia decidían sumarse a la Nueva Ruta de la Seda, un proyecto internacional para extender la influencia económica y geopolítica china que no hacía mucha gracia en Bruselas. Además de reunirse con Pedro Sánchez, Xi también lo hizo con la casa real y recibió las Llaves de Madrid de manos de Manuela Carmena.

Pedro Sánchez pronuncia un discurso en la ceremonia de apertura de la Conferencia Anual del Foro de Boao, en China

Eren escenas de una etapa que estaba muriendo. Las cosas han cambiado mucho en los últimos años. El giro empezó con la Unión Europea publicando en 2019 un nuevo documento estratégico sobre China: Ahí Pekín ya no era definido solo en términos positivos (“socio de cooperación”), sino que también se lo catalogaba como “competidor económico” y “rival sistémico”. Era un giro en la retórica tradicional de la UE respecto a China. Después vinieron los hechos: la pandemia congeló los encuentros diplomáticos entre las dos potencias; se paralizó un tratado de inversiones que la UE y China llevaban negociando hace años; se aplicaron sanciones cruzadas a políticos chinos y a eurodiputados; la UE sacó nuevos mecanismos para limitar las inversiones chinas y se sumó a la campaña estadounidense contra el 5G de Huawei, y China desplegó una retórica diplomática más agresiva que incluía la difusión de noticias falsas. Durante la pandemia, la UE y China vieron las horas más bajas de su relación.

Desde hace unos meses, sin embargo, parece que la situación puede mejorar. Líderes europeos como Olaf Scholz o Charles Michel han visitado recientemente China. Otros como Macron, Von der Leyen o el propio Sánchez lo han hecho o lo harán pronto. Hay un intento de recomponer una relación rota. La bandera bajo la cual se intentará es la de la guerra de Ucrania: tanto Sánchez como otros políticos europeos dicen que viajan a Pekín para intentar presionar a Xi para que pare a Rusia. La capacidad de China en este campo, sin embargo, es limitada: a pesar de que Moscú es cada vez más dependiente de Pekín, esto no implica que Xi pueda controlar a Putin. Pekín está hablando ahora de un “plan de paz” porque quiere evitar el peor escenario posible: un cambio de régimen en el Kremlin e inestabilidad en la frontera chino-rusa. Quizás los líderes europeos pueden ejercer cierta presión, pero tenemos que entender sobre todo el viaje de Sánchez en el marco de intentar reiniciar las relaciones bilaterales UE-China. La Unión Europea es el socio comercial más importante de China y la mayoría de europeos no apuestan por un decoupling a la americana.

Madrid es un buen canal para China para reconstruir relaciones con Europa. A pesar de haber seguido en todo momento la ortodoxia europea respecto a Pekín, España se ha cuidado mucho de utilizar ningún tipo de retórica agresiva contra China. A la vez, Madrid no se sumó nunca a iniciativas chinas como la Nueva Ruta de la Seda o la Cumbre 17+1, donde se negociaba con Pekín al margen de la UE. España hace décadas que tiene un consenso bipartidista PSOE-PP de mantener relaciones pragmáticas con China. Para la población española, Pekín no es una prioridad: ni de lejos genera las pasiones de una Venezuela o un Israel. La visita de Sánchez se produce en un momento europeo de debate sobre si apostar por más “autonomía estratégica” o por acercarse a Estados Unidos. La primera opción sería la preferida por China: la segunda es la que puede suceder si las tensiones geopolíticas entre Washington y Pekín fuerzan a Europa a tomar partido por un bando.

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