Por qué el calendario del 12-M beneficia a Puigdemont

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El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en una fotografía durante una entrevista con el ARA.

MadridAhora ya se puede afirmar con conocimiento de causa de que los comunes no previeron la cadena de eventos que seguiría su no en los presupuestos. De modo que una operación destinada a reforzar su perfil ya presionar al PSC y ERC para que les abrieran las puertas del Ayuntamiento ha derivado en una bomba política con múltiples derivadas y daños colaterales (con Yolanda Díaz especialmente tocada) de los que ahora apenas comienzan a ser conscientes. De entrada, una convocatoria electoral producida por su no a quienes podían haber sido los últimos presupuestos expansivos en muchos años –y que han hecho descarrilar también a los del Estado– no parece el mejor escenario para el partido teóricamente más favorable al gasto pública.

Aun así, si el objetivo de castigar a ERC también era, de rebote, acabar con la mayoría independentista en el Parlament y facilitar un tripartito de izquierdas, esta apuesta tampoco está claro que tenga que salir bien. Y esto es así porque el calendario electoral, pese al victimismo de Junts, que señalan una presunta conjura entre el PSC y ERC, es ideal para Carles Puigdemont. ¿Por qué? Pues porque toda la precampaña y la campaña estarán marcadas por su posible retorno –ahora sí–, lo que impondrá el marco que más conviene a Junts, es decir, una especie de plebiscito sobre el Proceso y el 1-O representado en la figura del expresidente.

Si las elecciones hubieran sido en febrero, como quería Pere Aragonès, quizá Puigdemont ya hubiera vuelto y, con el tiempo, se habría diluido el efecto de su regreso. Ahora no. Ahora se votará en pleno efecto a Puigdemont, y sin que Junts tenga necesidad de presentar un programa con medidas concretas ni debatir sobre modelo de país. ¿O es que alguien imagina a Puigdemont en campaña hablando del impuesto de sucesiones o del Hard Rock en unos actos o debates en los que tendrá que participar telemáticamente y se pondrá en evidencia que es un candidato perseguido por la justicia española? De todos los calendarios electorales posibles, éste, el de un Puigdemont que no puede venir en campaña pero quizás sí para el debate de investidura, es el mejor de todos para él. Más épica imposible.

La mayoría independentista

Entonces hay otra pregunta a hacerse: ¿ERC era consciente de este hecho? Y la respuesta es que quizá no lo eran del todo, pero que en cualquier caso alargar la agonía de un Gobierno en minoría y sin presupuestos siempre habría sido un escenario peor. Aún así, ERC puede beneficiarse también del efecto Puigdemont, ya que sin la capacidad de movilización y arrastre del expresidente es muy difícil revalidar la mayoría independentista en el Parlament. Ahora tampoco es fácil pero lo es más que antes. El expresidente, con la CUP completamente desenfocada, es el único que puede arrastrar a las urnas al independentismo desencantado y que amenazaba con la abstención o la cuarta lista. Y también es el único que puede frenar de forma efectiva el efecto Orriols, sobre todo en las comarcas gerundenses.

Habrá que ver cuál es el resultado de las urnas y la formación posterior del Gobierno para evaluar la jugada de los comunes. Pero existen motivos para pensar que el efecto final puede ser exactamente lo contrario de lo que buscaban. ¿Será Ada Colau quien habrá abierto las puertas de la Generalitat a Carles Puigdemont? El 12 de mayo por la noche empezaremos a salir de dudas.

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