La campaña de los aplausos silenciados

Casi todos los mítines han sido online y los baños de masas se han contado con visualizaciones en directo

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Cesc Maideu
3 min
Un mitin del PSC con algunos de sus afiliados conectados por videoconferencia

La de las elecciones al Parlament del año 2021 será recordada por ser la campaña de las mascarillas, de los saludos con el codo, de los actos telemáticos, de los tests de antígenos y de los cordones sanitarios –por prevención política y epidemiológica–. En lugar de simpatizantes ondeando banderas, un chat de YouTube con rosas, corazones lilas, lazos amarillos o emoticonos. Los baños de masas se han contado con visualizaciones y el contacto con el votante ha sido por teléfono –como las llamadas de Oriol Junqueras, Salvador Illa o Ada Colau–. Las sedes de los partidos se han convertido en platós de televisión que han acogido la mayoría de mítines. El partido de Jéssica Albiach, el PSC y Cs han sido las formaciones que más han reutilizado sus sedes, donde cada tarde hacían un acto telemático, con decenas de afiliados que aparecían en un mosaico de videoconferencias. Los candidatos, a pesar de buscar la épica en el discurso, solo recibían aplausos virtuales que en ningún caso se oían porque todo el mundo estaba silenciado.

Otros partidos, en cambio, han optado por un modelo híbrido con público restringido. De hecho, las dos formaciones del Govern, JxCat y ERC, que impulsaron un aplazamiento electoral por las condiciones sanitarias, han sido las que más público han aceptado. Aún así, los aplausos solo se oían de fondo y el silencio se imponía cuando, entre candidato y candidato, se tardaba 30 segundos en desinfectar el atril. En el espacio de tiempo donde antes había aplausos, personas levantándose, y algún grito de “¡Viva!”, ahora se oía un ruido de flus-flus. Pero, aún así, vivir una campaña en pandemia también ha tenido partes positivas: por ejemplo, que líderes políticos no se tuvieran que mover hasta Catalunya para participar en actos, cosa que ha normalizado el hecho de aparecer desde una pantalla. A pesar de que esto no quita que muchos líderes hayan querido estar personalmente. Así, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Inés Arrimadas o Pablo Casado han cogido varias veces el tren hasta Catalunya.

Líderes y candidatos

Para los partidos independentistas, las demostraciones de fuerza han venido de otros lados. JxCat y ERC con los presos políticos, que han predominado en la campaña, incluso, en el caso de ERC, en detrimento de sus consellers clave en la lucha contra la pandemia, que casi no han aparecido. El golpe de efecto de la CUP ha sido el apoyo de Lluís Llach. Este, sin embargo, no ha sido el único giro narrativo de los cuperos, puesto que también han roto el tabú de no poner caras en los carteles. Una decisión cuestionada por las bases, que discrepaban del rumbo “personalista” que estaba adoptando la campaña, y que llevó a la dirección a hacer carteles con todos los portavoces. Vox directamente se ha saltado las recomendaciones y ha reunido a decenas de personas. El último ejemplo: el viernes, en el acto de conclusión, con más de 400 simpatizantes.

Hay cosas, sin embargo, que no cambian nunca, como los paseos por la calle en busca de personas a quien convencer. La mayoría, sin embargo, no se grababan y no se ha llegado a conocer si los políticos se llevaban más críticas que elogios. También siguen vigentes los carteles colgados, los dardos cruzados o los debates tensos. Después de dos semanas viendo los mítines encerrados en casa, la clave será si los electores saldrán a la calle para ir a votar.

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