Puigdemont exige a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza y el presidente español lo descarta
Juntos busca apoyos en el Congreso: "Es necesario un punto de inflexión o dejarlo correr"
Barcelona / MadridTras más de un mes de silencio, el expresidente y líder de Junts, Carles Puigdemont, compareció este lunes desde el Press Club de Bruselas para hacer balance del acuerdo que selló con el PSOE hace un año y plantearle un pulso a Pedro Sánchez. "Las cosas no van bien y ha llegado el momento de un punto de inflexión o de dejarlo correr", amenazó. En este sentido, ha exigido al presidente español que se someta a una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados para que renueve su apoyo con la mayoría plurinacional. Ahora bien, Moncloa no ha tardado en responder y las fuentes consultadas por el ARA aseguran que no entra en sus planes hacerlo: "No hay ninguna intención ni necesidad". "El gobierno seguirá trabajando, como lo hace siempre, con los grupos para sacar adelante medidas que beneficien al conjunto de la población", aseguran desde el ejecutivo español. Quien también ha respondido es el PP. Desde Barcelona, el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, ha subrayado que sería "lógico" poner fin a la legislatura, pero no se ha acabado de creer las intenciones de Junts: "Desconozco si esto realmente va en serio o no", ha dicho.
En su comparecencia desde Bélgica, Puigdemont ha admitido que someterse a una cuestión de confianza depende directamente de Sánchez, ya que este instrumento es una facultad del presidente. Sin embargo, consideró que si se reúnen distintos apoyos a la cámara española y el Congreso exigiera al líder del PSOE someterse, de nuevo, a una votación, Sánchez estaría vinculado al menos políticamente.
¿Por qué Junts hace este movimiento? Sobre la mesa hay un paquete de medidas pactadas que todavía no han visto a la luz y que, a juicio del partido de Puigdemont, deberían acelerarse si es que Sánchez quiere mantener su apoyo: la oficialidad del catalán en la Unión Europea, la aplicación de la amnistía o el traspaso "integral" de las competencias en inmigración. De todo ello depende la aprobación de los presupuestos del Estado del 2025 y, en este sentido, Puigdemont ha sido claro sobre su postura: no negociarán las cuentas mientras los niveles de ejecución presupuestaria de ejercicios anteriores estén pendientes. "La liquidación de 2023 es catastrófica. Con ello el gobierno de Sánchez se parece mucho al de Mariano Rajoy", ha dicho, concluyendo que si hace un año no se fiaban del líder del PSOE hoy esta desconfianza se mantiene: "No ha logrado vencer los recelos que teníamos sino que los ha incrementado", ha sentenciado. Aunque ha puesto en valor que el espacio de mediación en Suiza se ha reunido periódicamente cada mes -menos en noviembre de mutuo acuerdo-, ha lamentado la "descoordinación" entre lo que se aborda allí y la "praxis del gobierno español". También consideró que la reunión pendiente entre Puigdemont y Sánchez quizás habría ayudado a limar las relaciones: "Si el presidente de la Generalitat no tiene el coraje de venirme a ver, menos el presidente español", remató enviando un dardo también a Salvador Isla.
En todo caso, el líder de Junts tira de la cuerda, pero no rompe con el gobierno español. Podría haber optado por impulsar una moción de censura, que depende directamente de los grupos parlamentarios. Juntos no tiene la capacidad para hacerlo en solitario, pero sí reuniendo a una décima parte de los diputados (35). Si apoyaran el PP y Vox, podrían derribar directamente al gobierno español. Por el contrario, la iniciativa que presenta –una proposición no de ley– es una vía que puede instar a actuar al presidente español, pero que no le obliga a hacerlo. "Constatamos la falta de voluntad política por parte del gobierno español de hacer efectivos, de forma completa y ágil, los acuerdos adquiridos", afirma la iniciativa ya registrada por Junts en el Congreso. Ahora habrá que ver qué grupos apoyan y qué calendario fija la mesa de la cámara española para que se haga el debate en el hemiciclo. Más allá del PP y el PSOE, desde Sumar han considerado la iniciativa "fuera de sitio" mientras que desde ERC Teresa Jordà ha dicho que Junts busca "allanar el camino" para que gobiernen el PP y "los fascistas de Vox". Oriol Junqueras, que aspira a presidir de nuevo el partido en la votación del sábado, ha sido menos claro: "No tenemos ningún interés en que gobierne PP con Vox pero tenemos toda la exigencia para que el PSOE cumpla". Podemos, a su vez, ha aprovechado para reclamar al PSOE que cumpla sus acuerdos de izquierdas.
Plantear a un presidente que haga una cuestión de confianza no es algo nuevo para Junts. Ya optó por esta vía en el 2022 cuando compartía gobierno de la Generalitat con ERC (Albert Batet, líder juntero en el Parlament, instó a hacerlo a Pere Aragonès durante el debate de política general). El entonces presidente no lo hizo, cesó el vicepresidente, Jordi Puigneró (JxCat), y los junteros acabaron marchando del ejecutivo.
Las peticiones en Sánchez
La lista de reproches que Puigdemont ha hecho a Sánchez ha sido larga. De entrada, lamentó que el presidente español no se haya implicado directamente al hacer oficial el catalán en la Unión Europea, ya que según él podría haber hecho más. Puso de ejemplo la elección de Teresa Ribera como vicepresidenta de la comisión: "Cuando le conviene es capaz de pactar con Orbán y Meloni por un cargo europeo de una militante de su partido, pero es evidente que no ha dedicado esfuerzos para el estatus del catalán". En la misma línea, también le reprochó que no haya denunciado la no aplicación de la amnistía por parte del Tribunal Supremo, pese a que, en cambio, Sánchez sí se quejó –ha remarcado– de la actuación de los tribunales cuando han abierto investigaciones sobre su entorno familiar.
Asimismo también se ha referido a la negociación sobre el traspaso de competencias de inmigración a la Generalitat. Puigdemont ha dicho que Junts no rubricará una norma que hace de la Generalitat una "ventanilla única" de todo lo que tiene que ver con los trámites administrativos de inmigración, pero que mantiene el poder de decisión en Madrid. "Queremos decidir sobre los permisos de corta y larga duración, las órdenes de expulsión, la lengua catalana, el control de las fronteras... integral significa esto, utilizando la normativa del Estado y la que pueda desplegar el Parlament de Catalunya", ha aclarado después de mantener una reunión con la permanente de Junts en Bruselas.
Puigdemont mueve ficha y añade complicación a la gobernabilidad de Madrid, donde Sánchez ya está acorralado por la oposición de la derecha y la extrema derecha y los casos judiciales que le rodean, desde el caso Koldo al de Begoña Gómez pasando por el de su hermano. "Desde el principio dejamos claro que había que resolver los temas de forma diferente a la anterior legislatura", resaltó el expresidente, que si bien respondió a las preguntas sobre su relación con el PSOE, declinó dar explicaciones sobre el suyo regreso fugaz a Catalunya el 8 de agosto, aunque todavía no había comparecido en rueda de prensa desde entonces.
Puigdemont opta, en definitiva, por tensionar su relación con el PSOE, pero sin detonar todos los puentes.