CNI, amantes y dinero: la protección secreta a Juan Carlos
El Estado puso fondos reservados a disposición de los episodios extramatrimoniales de la exmonarca
MadridQue el rey de España sea la persona más protegida por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no es cuestión únicamente de seguridad. Las últimas revelaciones en forma de fotografías y audios sobre la relación que mantuvieron Juan Carlos I y la vedete Bárbara Rey ponen de manifiesto que los servicios secretos del Estado, si fue necesario, también han dedicado recursos económicos a encubrir la vida extramatrimonial de la exmonarca. Es imposible cuantificar cuánto dinero el Estado ha tenido que asumir para tapar escándalos, pero los autores del libro El jefe de los espías (Roca, 2021), basado en las notas del ex director del Cesid –antiguo CNI– Emilio Alonso Manglano (1981-1995), publicaban el pasado domingo en el diario Abc que la actriz recibió más de 600 millones de pesetas (unos 3,5 millones de euros) a cambio de no publicar material sobre la relación que había mantenido con Juan Carlos.
En los últimos años había sido Corinna Larsen el examante del emérito que había manejado de cabeza al Estado. La última, que se sepa. Pero el episodio de Bárbara Rey –era un secreto del dominio público muy extendido en la década de los 90– ha revivido ahora que se ha confirmado el chantaje que ejerció al rey. Según dicho libro, en julio de 1994 llegaron dos imágenes a la Zarzuela de una cita trampa que Rey había preparado en el monarca unos días antes en una casa de Boadilla del Monte. Entonces, el administrador de la fortuna de Juan Carlos, Manuel Prado y Colón de Carvajal, entregó 25 millones de pesetas a la vedete a cambio de su silencio. Tenía deudas derivadas de su ludopatía, tal y como ha explicado su hijo en los últimos días en intervenciones televisivas. En 1997 se llegó a un acuerdo para continuar enviando dinero a la actriz: 100 millones de pesetas de entrada y 50 anuales durante diez años que se irían pagando mensualmente, para que no se les gastara de repente y volviera a pedir más. Según el pacto inicial, las mensualidades las pagaría el Cesid, pero años después el primer director del CNI, Alberto Saiz, aseguró que los agentes de los servicios secretos recibían el dinero de donantes y lo entregaban a Rey.
Otra vía para mantener una fuente de ingresos para la actriz fue darle programas de televisión. El gobierno de Felipe González maniobró para que fuera contratada en RTVE durante la década de los 90 y después el ejecutivo de José María Aznar hizo lo propio con Canal 9. Entre 2000 y 2005 presentó un programa de cocina en televisión pública valenciana y ningún medio explicó los motivos de fondo por miedo a que la Zarzuela o el CNI le pudiera acusar de estar dañando la imagen de la Corona, según explicó el periodista Francesc Arabí en su libro Ciudadano Zaplana (Foca, 2019).
El vuelo de regreso de Botsuana
La sintonía con los directores del CNI es también clave para entender la armadura de la que disfrutó la exmonarca. Tanto Manglano como Félix Sanz Roldán, director del CNI entre 2009 y 2019, eran de la confianza de Juan Carlos. Si el primero tuvo que gestionar la crisis de Rey, a Sanz Roldán le tocó la de Corinna Larsen. Los servicios secretos miraron hacia otro lado cuando el entonces rey se rompió la cadera mientras cazaba elefantes en Botsuana acompañado de la empresaria de origen danés, y se ideó un plan para, de entrada, ocultar los hechos: Juan Carlos voló de vuelta a Torrejón de Ardoz con una identidad falsa –es delito– por si se filtraba la lista de pasajeros. Su nombre sería José García Gómez, nacido el 5 de enero de 1938, al igual que el emérito, tal y como explicó El Confidencial en abril de 2022. En los últimos años, a raíz de la publicación de los audios del excomisario José Manuel Villarejo, ha sido del dominio público que Sanz Roldán visitó Corinna en Londres en el 2012 para intentar apagar un nuevo incendio: se temía que el examante desestabilizara a la Corona ante la reiterada petición de Juan Carlos para que le devolviera los 65 millones de euros que años atrás le había dado de forma irrevocable. Corinna llegó a demandar por acoso al emérito, pero la justicia británica abortó la causa en octubre del 2023.
Amantes y dinero opaco han ido de la mano en la vida de Juan Carlos. El libro King Corp.. (Libros del KO, 2023) explica que la fortuna que Juan Carlos guardaba en Suiza sirvió para ayudar económicamente a otra amante que el emérito había tenido desde los años 80. Se trata de la empresaria mallorquina Marta Gayá, con quien coincidió durante sus fines de semana de ocio en Barcelona. Según se relata en dicho libro, por no dejar rastro, Gayá se abrió una cuenta en el banco suizo Mirabaud y los administradores de la fundación offshore Lucum, propiedad del emérito, comunicaron al banco en noviembre del 2011 el traspaso del dinero.