Barcelona"Debemos hablar", le dijo Oriol Junqueras a Pedro Sánchez mientras encajaban las manos en el Congreso de los Diputados en abril del 2019. La fotografía, cargada de simbolismo porque Junqueras era todavía un preso político, se hizo rápidamente viral, pero los resultados tuvieron que esperar. Concretamente a una repetición electoral que ató el destino de Sánchez a Esquerra –y a Podemos– y que dio la vuelta a los socialistas, hasta entonces muy críticos con el independentismo, para acabar abrazando "la agenda del reencuentro". Cuando Alberto Núñez Feijóo fracase en su intento de investidura, le volverá a tocar mover ficha a Sánchez y esta vez la fotografía, de la que todo el mundo está pendiente, es la que pueda hacerse con Carles Puigdemont.
Es la que ha pedido el expresidente de la Generalitat, exiliado desde hace seis años en Bélgica, pero con libre acceso –si el Tribunal de Justicia no dice lo contrario– al Parlamento Europeo. Con Sánchez como presidente de turno de la UE, no es descabellado pensar que acaben coincidiendo en algún momento en la Eurocámara. Deseos aparte, ya no cabe duda de que el PSOE, como el resto de implicados en la investidura, ha rehabilitado a Puigdemont como interlocutor válido. Si las negociaciones avanzan, la imagen del líder de Junts con representantes socialistas en Bruselas o en Waterloo no tardará en llegar.
De momento, ya se han reunido con Puigdemont la vicepresidenta española y líder de Sumar, Yolanda Díaz, y los máximos dirigentes del PNV, que no habían hecho ningún gesto similar desde 2017. Puigdemont es consciente de su importancia en la investidura y no está dispuesto a renunciar a ningún milímetro de reconocimiento. Su entorno sigue garantizando, además, que tampoco renunciará a ninguna de sus exigencias, que pasan por la amnistía y la elección de un mediador que pueda interceder en las negociaciones para un futuro referendo de autodeterminación pactado. Si no es así, se repetirán las elecciones, aseguran.
Los dos movimientos preventivos
Hasta ahora, el PSOE ha preferido dejar pasar el tiempo sin abordar el tuétano de las reivindicaciones independentistas y se ha limitado a ceder en cuestiones más simbólicas como la de permitir el uso del catalán en el Congreso. Las demandas de Junts, de hecho, son muy similares a las de ERC, que intenta reivindicar su copyright en un momento en el que ha perdido foco mediático. Ahora bien, si el acuerdo sigue siendo posible es gracias a dos movimientos preventivos del PSOE. Uno, apoyado por todos sus socios potenciales, garantizando la mayoría progresista en la mesa del Congreso –si la tuviera el PP, la amnistía no pasaría ni de la admisión a trámite–. El segundo, el que selló con el PP en el Tribunal Constitucional y que ahora hace posible una interpretación presumiblemente más benévola cuando llegara la ley. Antes que pase nada de esto, volveremos a las fotografías preguntándonos si ha empezado la cuenta atrás para ver la de Sánchez y Puigdemont.
Los detalles de la semana
Titó, el personaje del Súper 3, se ha ido esta semana de excursión al Palau de la Generalitat. El programa se grabó en julio y muchas de las voces que pueden oírse son las de los hijos de los trabajadores del Palau. Durante la excursión se encontró a un presidente del Gobierno muy peculiar: John C haciendo de Pere Aragonès, con carreras incluidas por el Pati dels Tarongers y el carillón tocando la canción del programa.
Las negociaciones entre PNV y PSOE avanzan de cara a una posible investidura. Los nacionalistas vascos, en cambio, se han negado a profundizar en los contactos con el PP y esta semana uno de sus dirigentes históricos, Josu Jon Imaz –actual consejero de Repsol–, fue muy solicitado en el Campus FAES, donde acudió como invitado. Ana Botella y Juan Bravo no se cansaron de susurrarle cosas al oído.