Dades

La desconexión absoluta entre Pablo Casado y los votantes del PP

Solo el 29% confían en él y es el líder peor valorado por los suyos (a excepción de Arrimadas)

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Protesta ante la sede del PP en contra de Casado de partidarios de Ayuso.

BarcelonaEra difícil prever que el barco se hundiría tan deprisa cuando colisionó ahora hace apenas unos días con el iceberg de la Puerta del Sol. Pero que el capitán desconocía el rumbo para llegar a puerto era una cosa difícilmente discutible. Incluso entre los votantes del PP. Pablo Casado sale de la dirección del partido derrotado por Isabel Díaz Ayuso, abandonado por los compañeros y sin la confianza de los electores. Solo el 29% de los votantes del partido confían en quien hasta ahora era su líder (entre el conjunto de ciudadanos del Estado no llega al 9%). El porcentaje queda recogido en el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que se hizo público este martes coincidiendo con las idas y venidas a la sede popular de la madrileña calle Génova. Y no es consecuencia de la guerra con Ayuso porque los datos se recogieron con anterioridad. De hecho, la caída de la confianza en el jefe de la oposición en España no deja de bajar desde hace meses, a pesar de que las expectativas electorales del partido no se han visto afectadas. Al contrario, el PP ha consolidado una intención de voto en el CIS por encima del 20% desde septiembre, y otras encuestas incluso lo sitúan rozando al PSOE. Hasta ahora, el PP se mantenía o subía, mientras que Casado no dejaba de bajar. La guerra interna de los últimos días y la crisis en el partido probablemente tendrán un impacto en próximas entregas del barómetro.

Confianza de los votantes en los líderes de sus partidos

La militancia del PP eligió a Casado como sustituto de Mariano Rajoy en julio de 2018. Tres meses después, el CIS ya preguntaba sobre él: la confianza entre los votantes de su partido se situaba alrededor del 50%. La luna de miel no tardó mucho en empezar y barómetro a barómetro Casado iba conectando con sus electores y se llegó a situar por encima del 65%. Las dos elecciones de 2019 lo ayudaron a consolidar cierta popularidad entre los votantes del PP, a pesar de que los resultados no fueron ni mucho menos los que aspiraba a obtener el partido. Desde 2020, sin embargo, la desconexión entre líder y votantes se ha ido haciendo cada vez más intensa, y es especialmente cruda cuando se compara con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que ya hace tiempo que empezó a remontar la confianza entre los electores del PSOE.

Hay otros muchos datos demoscópicos que pueden ayudar a entender la debilidad de Casado y por qué había dejado de ser un activo electoral. Por ejemplo, en el barómetro de este mes de febrero, solo un 43,8% de las personas que votaron al PP en las últimas elecciones generales querían ahora que Casado llegara a la Moncloa (en el conjunto de la ciudadanía el porcentaje es del 9,5%). Pedro Sánchez, habitualmente muy por encima, no obtuvo resultados mucho mejores (un 50% entre los votantes socialistas) amenazado por Yolanda Díaz, que gana terreno entre los electores de su socio de gobierno. La vicepresidenta segunda también convence a los suyos y un 69% de los votantes de Unidas Podemos la quieren ver como presidenta. Solo la supera el jefe de filas de Vox, Santiago Abascal, a quien el 74,4% de los votantes de la extrema derecha quiere en la Moncloa.

Exceptuando a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas -con un problema todavía más profundo-, Casado es, además, el líder peor valorado por los suyos. En febrero ha recibido un 5,2, lejos del 6,3 con qué empezó 2018 y que fue repitiendo aproximadamente hasta mediados de 2020. Desde entonces baja mes a mes, en paralelo a la consolidación de su principal rival electoral. Abascal no solo recibe nuevos votantes -una buena parte del PP- sino que los fideliza: en febrero recibe un 7,23 entre los de Vox.

Con dos resultados discretos en las elecciones generales de 2019, Ayuso capitalizando el contundente triunfo en Madrid de ahora hace un año, y el PP ganando por la mínima en Castilla y León, Casado no tiene muchos argumentos para disimular su debilidad. No conecta con los electores, y estas últimas semanas también ha quedado demostrado que tampoco lo hace entre los barones del partido. Probablemente, no mirará de comprobar si, siendo el primer presidente del PP escogido en primarias, todavía tiene el apoyo de los militantes.

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