Cataluña vota con la incertidumbre del día siguiente

Los vetos cruzados y la posibilidad de que el independentismo pierda la mayoría pueden desembocar en el bloqueo

BarcelonaHasta 5,8 millones de catalanes están llamados este domingo a las urnas para decidir quién forma parte del nuevo Parlament. Se elegirá la nueva correlación de fuerzas en la Catalunya del 2024, tras el callejón sin salida del Proceso, la cárcel, el exilio, la pandemia del coronavirus y el nuevo contexto de guerras con los conflictos de Ucrania y Rusia y de Israel y Palestina. Según las encuestasSin embargo, los catalanes acudirán a las urnas con la amenaza de un bloqueo y una repetición electoral, ya que los vetos cruzados entre el independentismo y el PSC y la posibilidad de que Junts, ERC y la CUP pierdan la mayoría absoluta que han tenido desde el año 2012 lo propician.

Si nos fijamos en lo que han ido diciendo los partidos en esta campaña –si es que han mostrado de verdad sus cartas–, sólo hay dos posibilidades: la formación de un gobierno independentista con los votos de Junts, ERC y la CUP o la formación de un gobierno con los apoyos del PSC, Esquerra y los comunes, un escenario que supondría por primera vez romper los bloques que se constituyeron con el Proceso y volver a una fórmula de gobierno similar a la del tripartito que ya hubo entre 2003 y 2010. Ahora bien, ninguna de las dos fórmulas puede darse por hecha. Primero, porque no se sabe si ninguna de ellas sumará y, segundo, porque es necesario que los actores lleguen a un entendimiento. Éstos son los escenarios que se abren en función de los resultados de este domingo.

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Un gobierno de Junts y ERC

El candidato de Junts, Carles Puigdemont, que se sitúa en segunda posición de acuerdo con los sondeos, ha dicho que su preferencia es pactar con Esquerra, pese a la ruptura de esta legislatura y la salida de Junts del gobierno. Aseguró que sus votos no servirán para hacer presidente a Salvador Illa, pero no descarta una abstención del PSC para que él sea investido presidente con una mayoría simple de independentistas a cambio de mantener su apoyo al gobierno de Pedro Sánchez en Madrid. También ha dejado claro que, pese a contar con la CUP en el Parlament, no la quisiera dentro del Gobierno.

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Ahora bien, Esquerra ha evitado mojarse durante la campaña sobre sus preferencias de pacto. De entrada porque su candidato, Pere Aragonès, no quería dar por sentado que no tenía opciones de repetir al frente de la presidencia pese a que las encuestas les sitúen en tercera posición y, después, porque han insistido en que no quieren hablar de quién sino de qué. En este sentido, han puesto tres condiciones a la hora de establecer alianzas: la defensa de un referendo acordado, una financiación singular para Cataluña y un reforzamiento del estado del bienestar. Ahora bien, en el hecho de que ERC no se moje también existe una razón demoscópica: según la encuesta del ARA sus electores estarían divididos entre quienes prefieren un gobierno con partidos independentistas y quienes están a favor de dar un entendimiento para un tripartito de izquierdas.

El pacto PSC-ERC-comunes

Como alternativa del pacto independentista, las encuestas dibujan una mayoría alternativa que suma casi en todos los sondeos: el tripartito. Un escenario que sería más probable si el independentismo pierde la mayoría absoluta. El candidato del PSC, Salvador Illa, a quien los sondeos sitúan en primera posición, se mostró favorable a un acuerdo de izquierdas que incluya a los republicanos y los comunes. También ha abierto la puerta a pactar con Junts, pero lo descartó enseguida tras recibir la negativa de Puigdemont.

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¿Y qué dice Esquerra sobre esta posibilidad? No le ha descartado ni le ha abrazado, insiste en sus condiciones, que de entrada el PSC incumple: no está a favor del referéndum ni de una financiación singular, sino que Isla se ha limitado a defender el principio de ordinalidad en el reparto de recursos entre las comunidades autónomas. Un pacto de estas características implicaría un cambio respecto a la política catalana de la última década: un gobierno que rompería los bloques independentistas y unionistas con los que se han articulado las mayorías en el Parlament desde el 2012. Implicaría el regreso del PSC a la Generalitat después de 14 años. Esta legislatura ha habido ya pactos entre Esquerra (y también Junts) y el PSC, pero el punto de inflexión sería gobernar conjuntamente.

El bloqueo

Este escenario no es descartable si no existe mayoría absoluta independentista y el tripartito no se articula tampoco como una nueva mayoría de gobierno. Uno de los factores de bloqueo podría ser la entrada de la extrema derecha independentista, de Aliança Catalana, a la que Junts, Esquerra y la CUP se han comprometido a aplicar un cordón sanitario. Por tanto, cualquier mayoría que requiriera su concurrencia estaría descartada si cumplen con la promesa de campaña. Asimismo, Salvador Illa también descartó cualquier acuerdo con la extrema derecha de Vox y también con el PP, con quien sí llegó a un entendimiento en el Ayuntamiento de Barcelona para evitar la alcaldía de Xavier Trias. Por tanto, en función de cuáles sean los números, los 5,7 millones de catalanes pueden tener que volver a pasar por las urnas en otoño.