Maria, la abuela de Carles Puigdemont: la lectora incansable que trabajaba entre dulces
El candidato de Junts sólo conoció a una abuela, una mujer cristiana amante del trabajo bien hecho que sabía cuidar a sus nietos
Barcelona"La abuela no entendía, de fútbol. Pero cuando supo que quería ir a la final de la Recopa de Basilea, quién sabe de dónde sacó las tres mil pesetas que valía todo. Yo quería hacer el viaje con una grupo de Amer, pero no tenía el dinero. Fue ella quien entendió que era importante para mí", recuerda Carles Puigdemont cuando habla de su abuela María. Gracias a la abuela, el candidato a la presidencia de Junts pudo estar con 17 años en la famosa final de la Recopa ganada por el Barça, entre banderas catalanas y azulgranas. Recuerdos de por vida. Puigdemont tiene un montón de estos recuerdos con la abuela María. De los abuelos no, porque murieron jóvenes. Su marido, el abuelo Francisco, murió de cáncer tras la guerra, en la que había huido por no ser reclutado por republicanos, porque era un hombre de convicciones católicas. "Y de los abuelos maternos, ella murió de enfermedad hacia 1940 y el abuelo atravesó la frontera hacia Francia después de la guerra, debió acabar en un campo de prisioneros y no supimos nada", explica Puigdemont.
En Amer todo el mundo conocía a Maria Oliveras y Galceran, una mujer que gozó de buena salud y "pasó de los 100 años", como recuerda el nieto. En el pueblo todos lo habían tratado detrás del mostrador de la Pastelería Puigdemont de la calle de Sant Miquel, en el edificio de Can Crous donde nació el futuro político. Un edificio comprado por el abuelo Francisco en los años 20 donde la familia, primero, había tenido una tienda de ultramarinos donde se vendía de todo y que, después, Francisco y María decidieron convertirlo en una pastelería. El 130º presidente de la Generalitat recuerda a María siempre trabajando: "Compaginaba el trabajo en la pastelería con el cuidado de la familia. De joven había sido modisto en Girona, hasta que se casó. Después, él estaba en el obrador y ella en la tienda. Nos transmitió a todos valores cristianos y de rectitud. Que había que hacer el trabajo bien hecho siempre.
María era "muy presumida y vivaracha, y muy cristiana". Una mujer que, hasta que la salud se lo permitió, leía mucho. Puigdemont la recuerda "con una lupa cuando ya era mayor. Leía el Cataluña Cristiana y las memorias de Cambó". Y los artículos de su nieto en El Punt, claro, cuando ella ya era mayor y Carles Puigdemont sólo volvía los fines de semana a Amer. Y en Navidad. "Como en Navidad se trabajaba en la pastelería, el día de celebración era Sant Esteve. Y ella siempre daba pato con naranja. Le salía muy bien", recuerda. Olores y gustos que Puigdemont añora, con esa carcajada de la que recuerda tiempos dulces.