Feijóo y la ley del péndulo

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Feijóo durante su debate de investidura

MadridEl PSOE decía ayer tras los dos días de debates en el Congreso que Feijóo salía sin más bagaje ni expectativas de las que tenía cuando entró. Pero no es cierto. Los dos días de tribuna parlamentaria le han servido al líder del PP para algo más. Se aseguró que tendrá otra oportunidad. Y no me refiero a la segunda votación de este viernes, sino a su candidatura cuando tengan que ser las próximas elecciones generales.

Estoy seguro de que Feijóo preparó este debate pensando desde el primer momento que esta vez no saldría adelante pero que lo importante era tener la oportunidad de aparecer frente a la opinión pública como un candidato firme a asumir la presidencia del gobierno cuando la ley del péndulo de la política vuelva a girar hacia la derecha. Es difícil pronosticar cuándo ocurrirá, pero lo cierto es que esta próxima legislatura, si Sánchez puede empezarla de nuevo desde la Moncloa, será la última del actual líder del PSOE. Más de dos mandatos no los ha tenido nadie después de Felipe González.

En paralelo, es posible que el PP haya tenido tiempo de quitarse de encima la carga de Vox, no por desaparición, sino por reabsorción –los populares siempre habían tenido la extrema derecha dentro, y todavía le quedan restos–, o por reducción a la mínima expresión. Después de lo que hemos visto que ha pasado con Ciudadanos y con Podemos, no se puede excluir –sobre todo si no se repiten graves crisis económicas– que la extrema derecha siga bajando de cotización si se va haciendo cada vez más evidente que resulta prescindible.

En este debate Feijóo ha hecho todo lo que ha estado en sus manos para demostrarnos que Vox le da mucho más estorbo que servicio. Claro que ahora Vox tiene poder autonómico. Pero el reto del PP es ir consiguiendo que sus aliados sean víctimas de su fuerte abrazo. Para Feijóo ha sido un éxito que Vox le diera el voto gratuitamente. Se dirá que Abascal no podía hacer otra cosa, estando la investidura perdida para el PP. Pero podía haber enredado un buen rato, aunque su pérdida de apoyo electoral el 23-J fue importante.

El voto gratuito de Vox le ha servido a Feijóo para concentrarse en el enfrentamiento con los socios del PSOE. El anterior líder del PP, Pablo Casado, fue quien más atacó a Abascal durante la primera moción de censura de la formación de la extrema derecha. Feijóo ha cambiado el guión de la relación con Vox. Y el hecho de concentrarse en la crítica a ERC y Junts, el primer día de debate, y del PNV y Bildu, el segundo, le ha proporcionado mucho juego.

El líder popular ha dado un harto de leña a los socialistas por la supuesta ley de la amnistía. Pero con los independentistas vascos y catalanes se ha concentrado en poner los dedos en las heridas de sus divisiones y de la fuerte competencia electoral en la que se han instalado. Es como si hubiera dicho a unos ya otros: ya vendrá a mí cuando el PSOE se desgaste y vosotros os canséis de pelear. Feijóo logró poner nervioso al PNV hablándole de la subida de Bildu. Un primer paso. Con Junts y ERC lo tiene ahora imposible por completo. Pero habrá que ver si el PSOE es realmente capaz de cerrar un pacto con los independentistas y el precio que le supondrá. No hay que olvidar que el resultado de la votación fue ayer de 178 a 172. No es la imagen de un mapa político consolidado.

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