Un gobierno monocolor pero en manos del Parlament

Solo hay un precedente de ejecutivo de un solo partido

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Gerard Pruna
2 min
El vicepresidente del Gobierno , Pere Aragonès, dirigiéndose al pleno.

BarcelonaSi la operación de Esquerra prospera y consigue gobernar en solitario, Catalunya se encontrará ante una circunstancia sin prácticamente precedentes desde la restitución de las instituciones: un ejecutivo monocolor. Solo durante siete meses -los que pasaron desde la salida del Govern de los consellers de Unión a raíz de la ruptura de CiU y la investidura de Carles Puigdemont- la Generalitat ha sido gobernada por un único partido, en ese caso Convergència. La ruptura con los democratacristians por la apuesta por la independencia dejó al Govern con solo consellers de CDC por primera vez, puesto que hasta entonces siempre había tenido de Convergència y de Unió, o en el caso de los dos tripartitos de, como mínimo, PSC e ICV.

El movimiento permitiría a Esquerra tener un control absoluto sobre la administración, poniendo a su servicio todas las conselleries del Govern y teniendo a su alcance todas las palancas de poder de las que dispone el Palau de la Generalitat. Ahora bien, este poder del ejecutivo tendría un contrapunto muy grande en el Parlament, que se podría convertir en un calvario para Pere Aragonès.

Solo 33 diputados

Esquerra está dispuesta a afrontar este reto con solo 33 diputados, cosa que convertiría al futuro ejecutivo también en el Govern con menos apoyos en el Parlament. Incluso sumando los nueve votos de la CUP, la cifra queda lejos de los 68 votos que marcan la mayoría absoluta en la cámara catalana, y las opciones de una alianza alternativa que frene los proyectos del ejecutivo serían múltiples en cada votación. El Govern podría ganar tiempo a golpe de decreto, pero sufriría derrotas políticas a menudo si después no fuera capaz de convalidarlos.

Descartados en la inmensa mayoría de debates los votos de Vox, Cs y PP, los republicanos necesitarían en prácticamente todas las votaciones el concurso de JxCat -con pocos incentivos para ayudar a consolidar a los republicanos en el Govern después de una negociación que deja muchas heridas- o el PSC, con el que Esquerra no quiere entenderse para la investidura pero de quien podría tirar en determinadas votaciones en el Parlament.

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