¿Quién está detrás de Pegasus?

La compañía israelí NSO es la creadora del software espía más conocido del mundo, utilizado contra independentistas catalanes

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Edifici que aloja el grupo israelí NSO, a Herzliya, cerca de Tel Aviv

JerusalénDos amigos de la infancia aficionados a los ordenadores. Un gallinero rehabilitado como local. Poco dinero. Y una idea: crear un software capaz de penetrar en cualquier smartphone. Podría ser la historia de una start-up de Sillicon Valley, pero son los inicios de la israelí NSO Group, creadora de Pegasus, el software espía que se ha empleado contra más de 60 independentistas catalanes. La empresa tiene hoy cerca de 800 empleados; una oficina sin letrero en un rascacielos de Herzliya, cerca de Tel Aviv; un centro de sistemas antidron en el sur de Israel, y centenares de clientes, entre los cuales los principales estados y servicios de espionaje del mundo.

El camino hasta aquí no se entiende sin un encuentro inesperado en algún punto de Europa, en 2009. En aquellos tiempos, los amigos Shalev Hulio y Omri Lavie, sin formación tecnológica, comercializaban un software que, con permiso, entraba en los teléfonos para explicar el funcionamiento y buscar errores. En una reunión con clientes, un miembro de un servicio secreto europeo se acercó a Hulio y Lavie interesado por el sistema. Y el resto es historia. En 2010 nacía NSO, iniciales de los tres fundadores: Niv Carmi (que pronto se desvincularía), Shalev Hulio y Omri Lavie. Su principal producto, Pegasus, fue bautizado así por el caballo alado de la mitología griega y porque funcionaba como un caballo de Troya que llegaba por aire.

El primero gran cliente sería México, que usaría el software para atrapar al narcotraficante Chapo Guzmán. Después cuerpos policiales de todo el mundo, que lo utilizaron para perseguir a terroristas e, incluso, una red internacional de pedófilos. Pero también, según desveló en 2020 la investigación periodística Project Pegasus, para espiar a políticos, activistas y periodistas. Entre sus víctimas: miembros de la realeza saudí, diplomáticos norteamericanos y dirigentes como el presidente francés, Emmanuel Macron. También personas del entorno del primer ministro británico, Boris Johnson, y del ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, que era un gran prescriptor de Pegasus en el ámbito internacional.

"Hay una cosa que quiero decir: construimos esta empresa para salvar vidas. Punto", se defendía Hulio en julio de 2021 en una entrevista en el Washington Post: "Todo lo que sentimos es esta campaña que dice que estamos vulnerando los derechos humanos. Y es muy molesto. Porque sé cuántas vidas se han salvado a escala mundial gracias a nuestra tecnología. Pero no puedo hablar". Con los años, Hulio ha pasado de ser la cara más brillante del ecosistema tecnológico israelí a ser un personaje incómodo condenado a un cierto ostracismo. NSO está hoy en la lista negra de EE.UU. –a pesar de que el FBI fue cliente–, tiene problemas económicos y está bajo el escrutinio público dentro y fuera de Israel.

Control gubernamental

Hulio y Levie han defendido que su compañía se guía por tres principios: primero, solo ofrecen el servicio en estados y organizaciones gubernamentales; segundo, la empresa no tiene visibilidad sobre los objetivos de sus clientes, y tercero, la venta del sistema al extranjero tiene que contar con la aprobación del ministerio de Defensa, que lo ha exportado por todas partes, pero no tiene por qué conocer los objetivos concretos de los clientes. También, han asegurado, cierran la cuenta de cualquier cliente que haga un mal uso; por ejemplo, espiando a activistas y periodistas. Aun así, el sistema se ha usado contra aliados de Israel, ha afectado a miembros del gobierno del país y ha levantado mucha polémica por su uso contra civiles israelíes. "Es horrible", decía Levie en el Washington Post: "No lo minimizo, pero es el precio de hacer negocios".

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