El independentismo no encuentra una hoja de ruta compartida
Las nuevas estrategias de ERC, Junts y la CUP no auguran posibilidades de volver a la unidad en el nuevo curso político
BarcelonaEl curso político 2021-2022 que ahora queda atrás, liberado de citas electorales, ha permitido a los tres principales partidos independentistas repensar sus respectivas hojas de ruta. ERC aprobó su nueva estrategia política en marzo en una conferencia nacional y Junts, todavía más reciente, en su congreso de julio. La CUP todavía no lo ha cerrado del todo, pero, como adelantó el ARA, su secretariado nacional ya trabaja con un borrador que deja intuir perfectamente hacia dónde pondrá la proa la formación. Comparadas las tres propuestas, el independentismo institucional no da ninguna muestra de poder retomar un cierto rumbo unitario de cara al nuevo curso político que empezará en septiembre. Ni en el terreno del Procés, ni en el de las políticas del día a día.
Con la puesta en marcha del mandato de Aragonès en mayo de 2021 se visualizó una nueva oportunidad para la cohesión: los tres partidos sumaron sus votos en la investidura y se hicieron el propósito de intentar volver a pensar una propuesta conjunta para reconducir el proyecto político. El pacto, resumiendo mucho, era el siguiente: Junts y la CUP, a pesar de ser refractarios a la estrategia negociadora de ERC, daban dos años de margen a la mesa de diálogo y, a cambio, los republicanos se comprometían a pensar –conjuntamente– cómo sería el próximo embate si la negociación fracasaba. Ni se han respetado estos dos años, que expiran en la primavera del 2023, ni se ha pensado ninguna estrategia mínimamente compartida por si hay que volver a la confrontación.
Las diferencias también se agudizan dejando el Procés al margen. Si la CUP empezaba la legislatura como el único socio del Govern en el Parlament, ahora se han roto prácticamente todos los lazos. Los anticapitalistas rechazan algunos de los proyectes bandera de la Generalitat como los Juegos Olímpicos de Invierno, y ya han dejado claro que no negociarán los presupuestos del 2023. A pesar de todas las diferencias, Aragonès este jueves todavía se mostraba optimista con poder acabar el mandato en 2025. "Lo que conviene es un buen gobierno, que vaya tomando decisiones, con la voluntad de culminar el programa de legislatura", ha dicho a Catalunya Ràdio. El curso político 2022-2023 seguro que tendrá sus giros de guion, pero difícilmente uno de ellos será la recuperación de la unidad. Teniendo en cuenta cada hoja de ruta, todo el mundo ha emprendido su camino... en solitario.
Diálogo
El diálogo con el Estado es la bandera de ERC desde su giro pragmático del año 2018. "La mejor confrontación democrática es la mesa de negociación", se lee en su actual ponencia política. La mesa dio sus primeros frutos parciales hace unos días, y los republicanos se sienten reforzados en su estrategia.
Junts recoge en su hoja de ruta que la mesa de diálogo es directamente un "elemento perjudicial". Considera que ha sido un agente "desmovilizante" del independentismo y que ha mandado un mensaje "falso" al exterior de que el conflicto está en "vías de resolución". Además, lamenta la falta de un "relator" en la negociación.
"La mesa de diálogo es una vía muerta para la autodeterminación y abierta para la estabilización autonómica, y hace falta que nos desmarquemos absolutamente". Este es el posicionamiento del borrador que prepara la CUP. Lejos queda el compromiso que asumió con ERC de dar un cierto margen hasta "la primera mitad del 2023".
Referéndum
Para Esquerra, el 1-O es motivo de "orgullo", pero todo lo que vino después forma parte de las "lecciones aprendidas de lo que se ha de mejorar". Así, su propuesta ahora es la demanda de un referéndum acordado a la escocesa. ¿Y si se demuestra imposible? La ponencia habla de buscar "alternativas democráticas", pero sin demasiada concreción.
Para el partido de Borràs, el 1-O es un "punto de inflexión" muy vigente, y un nuevo referéndum solo tendría sentido si es acordado con el Estado, lo cual ve "imposible". ¿Y entonces qué? No especifica cómo "culminar la independencia" más allá de utilizar los "espacios institucionales" y las oportunidades que brinde el escenario internacional.
La CUP reivindica el 1-O porque fue un gran ejercicio de desobediencia. Aun así, defiende la convocatoria de otro referéndum en esta legislatura, haya o no acuerdo con el Estado. En definitiva, otra consulta unilateral. Su planteamiento es hacerla coincidir con Escocia, que quiere volver a votar el 19 de octubre del 2023.
Grandes proyectos
La Generalitat de Aragonès ha situado los Juegos Olímpicos de Invierno como uno de sus proyectos estrella. No da por imposible una candidatura en 2030 y, si no se puede, ya piensa en el 2034. En cuanto al aeropuerto, le generó incomodidad la propuesta del gobierno español por falta de garantías ambientales. Aun así, no lo descarta.
La defensa de los Juegos no ha supuesto ningún problema con ERC, a pesar de que la organización de la consulta que se quería hacer para validarlos sí que originó alguna discrepancia. El tema del aeropuerto, en cambio, sacudió el Govern. Junts reprochó a Aragonès falta de liderazgo, puesto que considera que no tuvo una posición clara.
La CUP formula una enmienda a la totalidad a los grandes proyectos: ni Juegos Olímpicos, ni ampliación del aeropuerto, ni el BCN World, que todavía no consideran enterrado. Ninguno de los tres ha salido adelante por ahora, pero los cupaires consideran que es un obstáculo de peso para mantener cualquier relación estable con el Govern.
Gobernabilidad
Una gran prioridad de ERC es la gobernabilidad de Catalunya para demostrar solvencia a la hora de gestionar. Una manera, cree, de aumentar el número de independentistas y, también, de conservar la Presidencia. "El independentismo tiene que ser atractivo también en el mientras tanto para aparecer como una opción útil en el día a día".
Una parte de Junts ya tuvo dudas de si había que entrar en el Govern después del 14-F. Y ahora algunos sectores plantean la necesidad de salirse, sobre todo a raíz de la suspensión de Borràs. Creen que les permitiría marcar perfil propio y recuperar terreno electoral. Los detractores, en cambio, ven un error renunciar al poder.
Los cupaires empezaron la legislatura invistiendo a Aragonès y, por lo tanto, convirtiéndose en los garantes de la estabilidad del Govern. Pero duró poco y ya no lo apoyaron en sus primeros presupuestos. Desde entonces se han ido distanciando del ejecutivo y en su nueva hoja de ruta ya se plantea "un ruptura absoluta" con el ejecutivo e iniciar "una estrategia mucho más beligerante".