Autodeterminación

El independentismo ya mira (desunido) hacia el nuevo referéndum escocés

Partidos y entidades hacen diagnósticos diferentes sobre como hay que aprovechar el plebiscito previsto para el 2023

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El presidente, Pere Aragonès, con la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, en Glasgow

BarcelonaEscocia busca celebrar su segundo referéndum de independencia en otoño del 2023 y cada vez son más las miradas que desde Catalunya se fijan en esta cita. El movimiento independentista catalán lleva tiempo dividido y algunos de sus actores ven la consulta escocesa como la manera de dar un nuevo impulso al Procés. Otros no van tan lejos y consideran que, simplemente, se tiene que estar pendiente del empujón de Edimburgo, y brindarle apoyo. ¿Hay, por lo tanto, un mínimo diagnóstico compartido sobre cómo aprovechar desde Catalunya el nuevo intento de independencia de Escocia? No hay señales que, por ahora, permitan dar una respuesta afirmativa, sino todo lo contrario.

El punto de partida del independentismo sí que es común y se vio este jueves en el Parlament de Catalunya. La cámara aprobó con los votos de ERC, Junts, la CUP y los comuns una moción de "apoyo" al gobierno escocés "en su voluntad de poner el futuro político del país en manos de los ciudadanos escoceses". Un texto asumible por todo el mundo que no entraba en muchos detalles. A partir de aquí, casi tantas propuestas como actores políticos.

Quien más se ha acogido a la idea de aprovechar el segundo referéndum escocés ha sido la CUP. El pronóstico de los anticapitalistas es que esta consulta volverá a poner sobre la mesa a "escala internacional" el derecho de autodeterminación y que esto plantea "un reto y una oportunidad" para el movimiento independentista catalán. ¿Cómo afrontarlo? Pues según explica en conversación con el ARA el diputado cupaire Carles Riera, aprovechando la oleada escocesa para activar desde Catalunya "una ruptura" con el Estado que propicie un escenario de "resolución" del conflicto en el que se acabe "votando y probablemente con un referéndum". En definitiva, apostar por una "sincronización" de movimientos de Escocia y de Catalunya. Además, esta vez, Londres no tiene las mismas ganas de pactar con Edimburgo que en el primer referéndum del 2014, una puerta a la unilateralidad que los cupaires también siguen con interés.

La importancia de Escocia desde la óptica catalana se empieza a plasmar en las hojas de ruta de los respectivos partidos. Por ejemplo, en la que aprobó Junts el fin de semana pasado, donde se define el escenario escocés como una "nueva oportunidad" para Catalunya. Ahora bien, el partido de Laura Borràs no prevé una nueva votación unilateral como plantea la CUP, puesto que considera que el 1-O mantiene toda su "vigencia". Desde Junts hacen énfasis en el hecho de que en Escocia hay una unidad soberanista que en Catalunya brilla por su ausencia. Así lo explicó durante el pleno del Parlament de esta semana el diputado Francesc de Dalmases: "Los liderazgos políticos que íbamos juntos ahora vamos divididos. A las entidades de referencia que estaban muy coordinadas ahora les cuesta. La sociedad civil está cansada".

Encuentro con Sturgeon

Uno de los mayores éxitos en política exterior que ha cultivado el president Pere Aragonès fue el encuentro que pudo celebrar con la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, el noviembre del 2021. Los dos últimos primeros ministros escoceses, los independentistas Alex Salmond y la propia Sturgeon, no habían querido nunca una foto con la Generalitat. La excusa para la reunión fue la cumbre climática que había en Glasgow, pero también se habló del referéndum y el president prometió seguir "muy atentamente" el caso escocés. Sin embargo, lo que no se puede permitir Aragonès es prometer que los dos procesos políticos vayan en paralelo y, todavía menos, poner horizonte a una nueva consulta en Catalunya. Sería tanto como enmendar la estrategia de la mesa de diálogo, que entre otras aspiraciones busca un referéndum pactado con el Estado sin ponerse la soga al cuello de un calendario concreto.

Desde su partido, ERC, hacen esta lectura de la situación: "Cada país, cada nación sin estado que tiene un movimiento a favor de la autodeterminación, tiene sus ritmos y sus características. Su contexto no es el nuestro, a pesar de que se pueden hacer paralelismos", resume el eurodiputado y secretario de Política Internacional del partido, Jordi Solé. Para él, Escocia siempre ha sido "un referente porque es un modelo de cómo implementar el derecho democrático a la autodeterminación", pero insiste que cada caso tiene sus "tempos y sus estrategias".

Las elecciones plebiscitarias

Todavía se puede encontrar una cuarta lectura, que es la que aporta la ANC. Para la entidad, el referéndum del 1-O continúa vigente y, a pesar de seguir el caso escocés con "mucha atención", no es una prioridad impulsar otra votación de este tipo. Ahora bien, según explica la presidenta de la Assemblea, Dolors Feliu, hay una derivada escocesa que les llama especialmente la atención. Sturgeon ya ha planteado que, si no puede hacer un referéndum con todas las garantías que persigue, intentará dar un carácter plebiscitario a las próximas elecciones. "Eso les acerca a nuestra hoja de ruta", reivindica Feliu, puesto que la ANC ya ha planteado reimpulsar el Procés a través de unas elecciones al Parlament. Ahora bien, también apunta a lo que considera que es uno de los factores diferenciales del caso escocés: "Allí van todos alineados y eso te da una gran fortaleza". Òmnium Cultural, a su vez, no ha debatido internamente sobre la cuestión, a pesar de que fuentes de la entidad recuerdan que su prioridad siempre es volver a una "estrategia unitaria".

Sea el 19 de octubre del 2023 a través de un segundo referéndum o de unas elecciones plebiscitarias posteriores, Escocia se podría volver a pronunciar pronto sobre su independencia y, por ahora, el independentismo catalán tiene tantas estrategias como actores a la hora de como plantear las sinergias. La lectura más cruda la hace Riera (CUP): "Puede haber un 52% de independentistas en la sociedad –catalana–, pero sin duda ese 52% no tiene una expresión política en el Parlament". El caso escocés ya no es aquel espejo que buscaba el independentismo en 2014 para reclamar a coro al Estado que también quería un referéndum pactado. Ahora, en el espejo ve un reflejo que ya no le viene de nuevo: la división estratégica.

La gran diferencia con el 2014

Cuando Escocia votó por primera vez en 2014, eran otros tiempos para el independentismo catalán, que vivía más unido y festivo, concentrado en el intento de celebrar la consulta del 9-N. El día de la votación escocesa, los partidos desembarcaron en Edimburgo para hacer un seguimiento. Se pudo ver a los entonces eurodiputados Ramon Tremosa (CiU) y Josep Maria Terricabras (ERC), al líder de ICV en Barcelona, Ricard Gomà, o la presidenta de Òmnium, Muriel Casals. Incluso viajó el PSC para seguir la jornada junto al partido laborista, partidario del no. Aquel día la actual diputada Esther Niubó reclamó a Mas y Rajoy que abandonaran su enfrentamiento e hicieran "las cosas a la escocesa". Es decir, que apostaran por un referéndum pactado. También en esto las cosas han cambiado.

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