El letrado amante de la ópera y el ciclismo que dijo "así no" en el Proceso
Antoni Bayona se jubila a los 70 años después de una dilatada carrera en los servicios jurídicos de la cámara catalana


BarcelonaSi alguien las ha visto pasar de todos los colores desde una posición privilegiada por tener una buena panorámica, éste es el letrado Antoni Bayona, que se jubila ahora del Parlament a los 70 años. Nacido en Sabadell en 1954, formó parte de la primera promoción de los servicios jurídicos de la cámara catalana, en 1981, cuando, al inicio de la democracia, todavía estaba todo por hacer. Si al gobierno catalán Jordi Pujol le dijo aquello a Lluís Prenafeta de "la Generalitat somos tú y yo", en el Parlament la poca estructura que había eran Bayona, Imma Folchi (muchos años secretaria general), Joan Vintró –ahora presidente del Consell de Garantías Estatutarias– y pocos más.
Bayona llegó a Barcelona durante su adolescencia, escolarizado en los Escolapios de Balmes, y después de descartar hacer ciencias de la información, porque le parecía demasiado soft, optó por derecho a la Universidad Autónoma de Barcelona. Allí se politiza desde la vertiente más progresista: son los años de la Transición. Muy pronto destacó a ojos de referentes jurídicos como Joaquim Ferret o Enric Argullol, quien le dirigió su tesis sobre el "derecho a legislar en el estado autonómico". No tardó en dar clases, primero en la Universidad Autónoma de Barcelona, y después en la UPF –que sigue haciendo– y, paralelamente, se hizo un hueco como uno de los puntales de los servicios jurídicos en el Parlament. Para Bayona, esta primera etapa como letrado es la mejor que recuerda, con una clase política "muy distinta" a la de ahora –se sabía el reglamento, dice–, llena de incertidumbre política y jurídica –no había jurisprudencia constitucional, añade–, pero estimulante porque estaba todo por hacer.
Sin embargo, este período fue corto. En 1985 Bayona dio el salto como asesor en el segundo gobierno de Jordi Pujol, de la mano de Macià Alavedra, por un encargo muy concreto: el paquete de normas sobre el régimen local de Cataluña. Posteriormente, aterrizó en el Consell Consultiu, después en la dirección del Instituto de Estudios del Autogobierno, y no fue hasta enero de 2007 cuando regresó a los servicios jurídicos del Parlament. Todo ello sin abandonar tres de sus grandes aficiones: el motor –"me gusta todo lo que corre", dice–; el ciclismo –incluso compitió en esta disciplina– y la ópera. Con sus setenta, acude a menudo al Liceu y, si puede, sale tres veces a la semana en bici, sea con carretera o BTT.
"No todo vale"
La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut le llenó de frustración y empezó a ver con buenos ojos las tesis soberanistas. Una luna de miel que duró poco, ya que a partir de 2015, con la resolución de ruptura del Parlament, Bayona se opuso a las tesis unilateralistas: dijo "así no" al Proceso. Es más: por su posición de letrado mayor del Parlament, en los momentos más delicados –entre 2012 y 2018–, que recoge en el libro No todo vale (Península, 2019), le tocó enfrentarse a la mayoría de la mesa independentista para evitar responsabilidades penales. Fue una época complicada, rememora, sobre todo por la presión que ejercían sobre los letrados grupos como Ciutadans, matiza. Las peores jornadas de su vida profesional son, sin duda, el pleno del 6 y 7 de septiembre de 2017, con la aprobación de las leyes de desconexión; y recuerda con cierta impresión la declaración como testigo en el Tribunal Supremo, sobre todo cuando vio en el banquillo a buena parte del gobierno y la presidenta del Parlamento.
Después de esta etapa convulsa, decidió abandonar el cargo de letrado mayor y seguir como letrado hasta el día de hoy. Un período que no ha sido del todo tranquilo: Bayona remó a favor de la transparencia de la cámara como miembro del Órgano de Garantías para el Derecho de Acceso a la Información Pública (OGDAIP), cuando el ARA destapó las prejubilaciones de oro en el Parlamento, pese al choque que le supuso con la cúpula funcionarial y la mala marejada dentro de la administración parlamentaria. Pasada la tormenta, y habiendo trabajado cinco años más de lo que le tocaba, Bayona se retira de la primera línea.