Lengua catalana

"Me llevaron a la policía por una subvención a Òmnium": así es defender la lengua en la Catalunya Nord

Representantes del Rosellón y el Conflent denuncian desde la UCE la "persecución" del estado francés contra el catalán

El alcalde de Elna, Nicolau Garcia; el abogado Mateu Pons; el teniente de alcalde de Elna Pere Manzanares; el alcalde de Tarerac, Joan Lluís Salies, y el abogado Josep Costa.
20/08/2025
4 min

Pradera de Conflent"Aquí, aguantamos cómo podemos". Lo dice Maria, vecina de Prada, que lleva años asistiendo a la Universidad Catalana de Verano (UCE) y que relata con tristeza cómo el catalán se está perdiendo en el día a día de la Catalunya Nord, en los comercios y en las casas. Se gira hacia un par de periodistas en el auditorio de la UCE: tiene curiosidad por saber a qué zona del Principado corresponde el acento con el que les ha oído hablar. Antes de que empiece la charla, aprovecha y puntualiza que, cuando ella baja al Principado, nunca cambia de idioma: "Cuando yo voy a Girona, hablo siempre catalán. Si me hablan en castellano, me voy. El catalán debe defenderse", reivindica. Pero es difícil hacerlo cuando, al otro lado de la frontera, el estado francés intenta por todos los medios dejarle fuera de las instituciones.

Este es el mensaje que trasladan, pocos minutos después, los alcaldes de la Catalunya Nord y representantes del mundo local que intervienen en el acto El catalán en los municipios. La persecución del estado francés, este martes. El nexo conductor es el periplo que han vivido los cinco ayuntamientos que han intentado promover una modificación de sus reglamentos para que los concejales que quisieran pudieran expresarse en catalán en los plenos. Fueron Terrats, Elna, los Baños de Arles, Portvendres y Sant Andreu de Sureda, hace cuatro años. Ninguno de sus alcaldes podía anticipar, entonces, el camino tortuoso que les esperaba para defender la lengua, que acabaría con ellos sentados en los tribunales.

La iniciativa de los cinco municipios enfureció el prefecto de los Pirineos Orientales. No le bastó con que los concejales le aseguraran que la modificación legal aseguraba la traducción de las intervenciones al francés (a diferencia de lo ocurrido en Córcega, donde se promovió una iniciativa similar con el corso que no garantizaba la traducción hacia esta lengua). "Tal y como funcionan las instituciones en Francia, no puedes enfadarte con el prefecto", recuerda el alcalde de Elna, Nicolau Garcia, porque el riesgo es dejar de recibir ayudas para el municipio. "Esa presión existe, y muchos alcaldes se someten", lamenta. Entre otros argumentos, el prefecto llegó a esgrimir que, según un edicto de hace 500 años, el catalán no podía hablarse en los plenos. Un texto que, por cierto, se aprobó cuando estos municipios todavía no formaban parte de Francia.

La justicia dio la razón al estado francés y tumbó las reformas para permitir hablar catalán en el pleno. El argumento definitivo, y al que se acogió el Tribunal de Apelación de Toulouse, fue que, según la Constitución francesa, el francés es el único idioma oficial de la República. "No podemos ir a decir que nos niegan un derecho lingüístico, porque eso en Francia no existe. La única opción que nos queda es defender que es un acto de libertad de expresión", expone el abogado de Perpiñán Mateu Pons. Este jurista se hizo cargo de la defensa con Òmnium y el Sioccat, organismo público francés que se dedica a la promoción de las lenguas catalana y occitana en la Catalunya Nord.

El relato de Pons pone de manifiesto la dificultad de luchar contra políticos y jueces educados "en el sistema jacobino francés", donde cualquier manifestación de una identidad distinta a la hegemónica es vista como una amenaza. El abogado y ex diputado de Junts Josep Costa todavía ha aportado otro dato: aunque el estado francés ha firmado el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, que en el artículo 27 recoge el derecho de las minorías a utilizar su lengua, ha encontrado la manera de escabullirse de las obligaciones que esto implicaría respecto a los catalanes. de aplicación porque en el estado francés no hay minorías. La base de la homogeneidad es negar que existes", añade.

Denunciados por la extrema derecha

La persecución judicial contra estos alcaldes es un ejemplo de la ofensiva del estado francés contra la lengua en la Catalunya Nord, pero no es el único. El alcalde de Elna recuerda cómo, hace cuatro años, la concesión de una subvención a Òmnium Cultural le costó recibir una citación en una comisaría: "Me llevaron ante la policía por una subvención de 400 euros. No pasó nada, pero me llevaron", relata. Todo ello, a raíz de una denuncia de unos concejales de extrema derecha que argumentaban que el teniente de alcalde, Pere Manzanares -presidente del Siocatt- debería haberse abstenido de participar en la decisión porque formaba parte del consejo de administración de la entidad. "Que quizá él ni se acordaba, que formaba parte", remarca el alcalde. A su lado, Manzanares lamenta la actitud "esquizofrénica" del estado francés con el catalán: mientras, por un lado, intenta frenar los plenos en catalán, por el otro firma convenios con la Oficina Pública de la Lengua Catalana para garantizar que, en diez años, todo alumno que quiera aprender la lengua en la región pueda hacerlo. "Si esto no es esquizofrenia...", le secunda el alcalde de Elna.

Sin embargo, hay esperanza para los catalanes del Rosellón, Conflent, Capcir, Cerdanya y Vallespir —y para Fenolleda, donde se habla el occitano—. Ha puesto palabras el alcalde de Tarerac, un pequeño municipio del Conflent. El alcalde, Josep Lluís Salies, decidió sumarse a la iniciativa de hacer llenos en catalán, que es la lengua habitual de los vecinos. "Somos 60. No iremos a conquistar París", ironiza, sobre la posible respuesta del estado francés contra ese desafío. Para él, hablar la lengua es "como el Canigó": "Forma parte de nuestra esencia". Cuando planteó a los vecinos pasar a utilizarlo en la vida municipal, todo el pueblo le siguió.

El alcalde de Tarerac, Joan Lluís Salies.
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