¿Qué es lo mejor que puede hacer el PP con Mazón?
La no dimisión del presidente valenciano aboca a Feijóo a un juego de equilibrios con un 'barón' que tiene una reputación casi imposible de restaurar
MadridEl día que Carlos Mazón comparecía por rendir cuentas ante las Cortes Valencianas sobre la gestión de la DANA, Alberto Núñez Feijóo eligió estar en la otra punta del estado español. Ni el líder del PP ni ningún otro miembro de la dirección estatal del partido acompañaron al presidente valenciano durante el examen al que se sometió el viernes, acorralado por las críticas de la oposición y de la presión de la calle que, a sus puertas del parlamento autonómico, exigía a gritos su dimisión. Feijóo evitó la fotografía con su barón del País Valencià, muy tocado políticamente, y se la hizo con su sucesor al frente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, con quien exhibió complicidad. El presidente popular aprovechó su visita a Santiago de Compostela para presumir de buena gestión en los casi 14 años que gobernó en ella y que hizo extensiva a la etapa de Rueda. Aceptando su continuidad, le instó a hacer "autocrítica" ya dar una respuesta "inmediata" a los problemas de las víctimas. Para Feijóo, el presidente valenciano se ha convertido en una piedra en el zapato con la que, de momento. , ha asumido que tendrá que aprender a caminar mirando que no le deje herida. dirigentes del PP en la capital española ha sido evasiva. Nadie quería mojarse excesivamente sobre el futuro político de Mazón y la cúpula del partido remitía a la comparecencia del viernes del presidente valenciano mientras al mismo tiempo redoblaban los ataques contra la vicepresidenta tercera del gobierno español, Teresa Ribera. Feijóo llegó a decir el miércoles que había que seguir la intervención en Les Corts con atención porque "reconfortaría parcialmente" a la ciudadanía. Con esta estrategia, el líder del PP elevó las expectativas sobre los anuncios que haría Mazón, que ni siquiera utilizó la cita para anunciar la destitución de las dos consejeras más salpicadas por el desastre: la de Interior y Justicia,Salomé Pradas; y la de Industria y Turismo,Nuria Montes, tal y como se había especulado. Tampoco garantizó que renuncie a presentarse a la reelección, aunque abrió la puerta a no hacerlo en caso de que no sea capaz de liderar la reconstrucción. ¿El presidente valenciano puede tener realmente una nueva oportunidad?
A juicio del director de la consultoría política La Base, Álex Comes, la marca Mazón es "imposible de reflotar" y está "amortizada políticamente". De hecho, ya se ha empezado a especular con la posibilidad de un relevo para el próximo ciclo electoral y en las quinielas suenan nombres como el de la actual alcaldesa de Valencia, María José Català. A Génova se le abre así la posibilidad de elegir un perfil que pueda afrontar los próximos comicios autonómicos sin la losa de la cuestionada gestión que ha dejado a más de 200 muertos. "Cuanto antes hagan el relevo, mejor será para ellos", opina Comes, que ve "complicado" para Feijóo "distanciarse" de la mala imagen de Mazón "sin descabezarlo". El experto en comunicación de crisis de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), Ferran Lalueza, coincide en que el discurso más "cómodo" para el PP estatal sería "quitárselo de encima rápido". Ahora bien, esta opción parece descartada por el propio Mazón, empeñado en resistir, y al que Génova puede presionar, pero no puede destituir.
Lalueza apunta, además, que por mucho que la reputación del presidente valenciano esté muy dañada y sea "casi imposible de reconstruir", en el escenario actual de "máxima polarización política" y de predominio de la "visceralidad", puede no ser un elemento determinante para acabar con una carrera política. "Una buena reputación ya no es un ingrediente imprescindible para conseguir una victoria política", dice el profesor de la UOC, quien pone como ejemplo el caso de Donald Trump. El presidente electo estadounidense demuestra cómo "con una mala reputación puedes acabar logrando tus objetivos políticos", a diferencia de lo que ocurría hace unos años, como se vio con las derrotas electorales del PP por el Prestige o el 11-M.
¿Hasta cuándo hay que mantenerse a distancia?
Desde el fatídico el martes 29 de octubre, la estrategia de Génova ha dado varios giros. En un primer momento, Feijóo quiso apoyar a Mazón visitándole en el País Valenciano, aunque manifestó que debería haber entregado el control de la gestión al gobierno español. La semana siguiente marcó más distancias cuando se sabieron detalles de la cronología del día de la DANA, con el clímax de la comida con la periodista Maribel Vilaplana. Esta semana, en cambio, el líder del PP ha dado un volantazo y se ha alineado con Mazón a la hora de trasladar la responsabilidad a la ministra Ribera, si bien evitando darle un apoyo total. Feijóo mantiene que él habría pedido al presidente del gobierno español que declarara la emergencia nacional. Comes expone que estos "chapuzos" indican que la dirección estatal del PP ha ido adaptándose a un "rumbo marcado por Mazón" y "lo único que están haciendo es tratar de limitar un poco los daños reputacionales para la marca PP" .
Ahora bien, viendo que Mazón continuará en el cargo, ¿hasta cuándo pueden mantener la distancia? Este lunes habrá una prueba del nuevo con la convocatoria en Madrid de una Junta Directiva Nacional a la que están convocados todos los varones populares. Según el consultor político, sería una "sorpresa" que Mazón fuera. El resto de presidentes autonómicos han evitado hasta ahora la foto con él y ni siquiera le han salido a defender en la distancia. Lalueza sostiene, en cambio, que el PP, con esta estrategia "adaptativa" no tendrá más remedio que acabar apoyándole.
Mazón parece que ahora lo fíe todo a la reconstrucción. Feijóo le advirtió el viernes que en esta fase "ya no caben las equivocaciones". "Todo lo que sea escenificar que eres una parte importante en la reconstrucción te da un rédito positivo, pero no está exento de riesgos si hay algún resbalón", avisa el experto en comunicación de crisis de la UOC sobre la apuesta del presidente valenciano de quedarse y de no darse por terminado políticamente antes de tiempo.