El nuevo Pedro Sánchez ya está aquí

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Partidarios de Pedro sánchez ante el Congreso de los Diputados.

BarcelonaLa decisión de Pedro Sánchez de no dimitir, al margen de si nos creemos o no la crisis personal, solo tiene sentido si a partir de ahora vemos nacer a un Pedro Sánchez muy distinto al anterior. Él mismo ha reescrito ya su biografía con el episodio de la carta. Alguien que hacía bandera de su capacidad de resistencia en los momentos más difíciles, que no alteraba el rictus por nada, y que siempre tenía a punto un buen gancho para el hígado del líder de turno de la derecha, debe dar paso ahora a un nuevo Sánchez más humano, empático, con un punto sentimental. En esa transición, Sánchez pasa de ser un líder político a un líder moral. La lucha ya no está entre la izquierda y la derecha sino entre el bien y el mal.

Si Sánchez lleva al límite la transformación y actúa en consecuencia, debería ordenar a todos los suyos, y especialmente a perfiles como Óscar Puente, que enfunden las armas y se conviertan en una especie de gobierno zen, que no caiga en provocaciones, que no baje a la arena de las descalificaciones. Que prediquen con el ejemplo, y que dejen sola a la derecha que vocifere y saque espuma por la boca. Las sesiones de control también tendrán que ser muy diferentes de lo que conocemos ahora, y él tendrá que ser el primero en bajar el tono. En paralelo, con todo el capital político acumulado estos días, Sánchez podrá, con la cara de mártir que le ha quedado, hacer cosas que antes habrían resultado impensables, como meter mano en el poder judicial y en los medios de la fachosfera.

En este escenario, el dilema para Alberto Núñez Feijóo será brutal. ¿Será él el rostro de la crispación en España? ¿Se pondrá a boxear con un fantasma que no le devolverá ningún golpe? ¿Cómo conseguirá no quedar como una persona cruel e inhumana? Estas dudas ya eran visibles estos días en la prensa conservadora, no será tan fácil encontrar el punto de la crítica a Sánchez.

Y, finalmente, cabe preguntarse qué habrá conseguido Sánchez con todo esto, además de compactar aún más al PSOE a su alrededor y de polarizar a la sociedad española. Seguramente el gran éxito habrá sido detener la escalada con la derecha. Retirándose del ring y enseñando las heridas logra detener el combate cuando todavía está vivo. La maniobra escapista, propia del mejor Houdini, ha consistido no tanto en hacer desaparecer al personaje como en cambiarle el rostro. A partir de ahora todo el mundo tendrá que recalibrar sus estrategias porque este Sánchez ya no es el mismo. Es otro.

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